domingo, 24 de diciembre de 2017

de menú: hombres cocidos.



Tiene una tienda de marionetas.
Las colecciona desde pequeña.

También colecciona hombres.

Los cultiva en su pequeño huerto
y los sirve hervidos en las cenas.

Cuando nos invita a su casa
algún melindres se queja 
de que están poco hechos
y su carne resulta dura.

Ella no se enfada.

Reconoce que no es buena cocinera,
y matiza que no se trata de la comida,
que lo importante del momento
es la compañía.

Entonces yo acostumbro a mirar mi plato.
Con sus ojos cerrados y
rojo como un cangrejo cocido
la cabeza de un tipo que seguramente
se creyó atractivo.

Nunca he tenido claro si por compañía
se refiere al menú o a los comensales.

Lo único que tengo claro
es que jamás me dejaré seducir 
por ella.

No creo que esté muy bien de la cabeza
una mujer que llama huerto a su cama.


sábado, 23 de diciembre de 2017

en nombre de la jauría humana (perdón... justicia, justicia humana).




La criticaban.

Decían de ella 
cosas que nadie 
querría escuchar de sí mismo.

Pero como no se defendía
no había peligro.

Podían seguir criticándola.

Un día la marea comenzó a subir.

Las primeras casas cercanas al mar
empezaron a inundarse.

Poco a poco todo el pueblo
quedó anegado.

Todo excepto su casa.

La de la chica criticada.

Un último superviviente
llamó a la puerta.
Empapado de salitre.
Deshidratado.

«¿Cómo es que el mar
no ha podido contigo?» —preguntó exhausto.

«¿No prefieres que te deje entrar
y te sirva un vaso de agua
 antes de contestarte? » —le propuso ella.

«Si entro la gente hablará de mí».

«¿Qué gente?» —preguntó ella perpleja — 
«todos se han ahogado».

El hombre oteó su alrededor.
Una ola grande emergía en el horizonte.
Parecía decidida a sumergirlos 
a los dos.

«Todos... los de antes que nosotros...» —respondió.

«¿Y si todos estaban equivocados?» —replicó ella —
«Dame una oportunidad para 
mostrarte quien soy en realidad»

El hombre sintió como el nivel del agua salada
aumentaba y lo empujaba hacia arriba.
La ola estaba a punto de destruirlos.

Y pensó...

"Solo un poco más de conversación
y acabaré con la bruja en nombre de la justicia humana"


».




NO TENGAS MIEDO DE SER TU MISMO




Conozco la teoría.

Proyecta y lo deseado 
acudirá a ti.
Y cuando no sea así,
no habrá más culpable que tú
por no saber proyectar.

El mundo se ha convertido
en una casa de putas.
Cada cual busca la manera
de generar dinero
a costa de la necesidad de otros.

Antes era la de follar.
Ahora es la de ser feliz.

¿feliz?

Pues sí... están las cosas para serlo.

No digo que no se pueda.
Es tan sencillo como no mirar,
taparte los oídos con las manos y gritar:
"No te escucho cara chucho"

Me llaman pesimista
y no puedo evitar sonreír cuando lo hacen.

Prueba a escuchar a la gente.

Te contarán sus males
antes siquiera de que 
hayas podido explicarles 
que no te interesan.

Te los tragarás.
Se encargarán de acorralarte
para que no les frustres 
su declaración de padeceres.

¡Y cuidado con no parecer interesado!
Te va a faltar tiempo 
para quitarte calificativos:
antipático, insensible, cabrón,
hijo de puta, psicópata...

Y el que más me gusta a mí,
bueno... no se trata de un calificativo,
más bien de una sentencia:

"que no te pase a ti".

Nunca me ha quedado claro...
¿es una amenaza o un deseo?

Me confunde su entonación
al pronunciar la frase.

...

Supongo que te preguntarás 
que a donde quiero llegar con todo esto.

Es sencillo. 

He recibido una felicitación navideña
por whatsapp que dice:

"NO TENGAS MIEDO DE SER TU MISMO"











viernes, 22 de diciembre de 2017

haces como que te vas...







Haces como que te vas...
pero sé que no duermes
tan profunda como para
no despertar si te doy un beso.

Malditas reglas naturales.

He perdido el mapa
de los túneles a la dimensión
de los mejores momentos.

Una anciana en la plaza
me ha sugerido que rece.

«reza, hijo, reza... 
es como jugar a la lotería.
Al menos estás bien
hasta que radian el sorteo»

«¿Y no es peor la caída, abuela?»

«¿Por qué habría de serlo?
¿Acaso no sabes que 
tu número nunca estará en el bombo?»

Me desconcierta
a la vez que me consuela 
ver que se puede seguir adelante
aún conociendo la estafa de todo esto.

Lo peor es que continúas 
haciéndote la ausente.
Nunca te gustaron los príncipes azules.
Ningún beso mío te devolverá el aliento.
Sería reconocerte necesitada.

Y tú no vales para eso.

No es tu estilo depender de nadie.


miércoles, 20 de diciembre de 2017

ella y el agua del desierto.




La amo por desconocida.
Y por desconocida la evito
en las calles oscuras
y los días de vendaval.

Tal y como me advirtió 
que lo hiciera
antes de su primera regla
juntos.

Y es que sabe ser niña
y maestra,
y adulta y enemiga...
y no estar
 quedándose después del portazo.

Eso sí... escondida...
entre mis memorias
más enclenques. 

Para no dejarse encontrar
hasta que la he olvidado.

La amo porque cada noche
se despide con un beso antes de dormir.
Y dormida la contemplo
advirtiéndola ajena.

Entregada a los juegos
del patio de recreo de un colegio
de uniformes ateos.

A veces le pregunto mientras duerme:

«¿quién es tu hombre, mujer?»

Y se despierta. Me observa.
Y me responde:

«Nadie se preocupa de las hormigas
que se llevan los huracanes».

La amo porque es tan amiga
como el agua del desierto.

Difícil de encontrar
 y necesaria para seguir vivo.






















sábado, 9 de diciembre de 2017

no des nada por hecho.





No des nada por hecho.

Al mar le dan igual
el color de las banderas.
Demasiadas olas
como para que todas
respeten la valoración
del socorrista.

No hay una única explicación
para el llanto de nadie
ni tantas razones para la risa
como nos hacen creer
las nuevas ciencias de la mente.

De todas las veces que ella, que él
te pidió que te fueras, tenlo claro, 
no acertaste yéndote o quedándote
te quedaras o te fueras.

Caer evita llegar antes
al último andén.
Avanzar es precipitarte 
hacia el final del juego.
O justo todo lo contrario.
No lo sé...
...aunque ya he estado allí antes.

Elijas lo que elijas
renuncias siempre.

Por eso no debes dar nada por hecho.

No me conoces absolutamente de nada.




jueves, 7 de diciembre de 2017

el aprendiz de budista y las rotondas.




Las voces son más sinceras que nunca.

El viento sopla a favor.

Los culos y las vaginas se dilatan
sin dificultad
y la polla no pierde la erección
ni aún después de la corrida.

En el cine no hay nadie que 
hable ni mastique por encima
del sonido de la película.

En el trabajo no hay nada pendiente
y cobras aún faltando una semana
para fin de mes.

El director de tu banco 
te llama para ofrecerte dinero
y tus padres disfrutan 
de unas maravillosas vacaciones
con amigos.

Los niños no chutan el balón
cuando te ven pasar
y el mendigo te saluda
negando necesitar limosna... 

Luego coges el coche...

Llegas a la rotonda...

Y entiendes que los budistas
hayan escogido el Tibet. 

gemidos...





Había un flexo detrás de ella.
Supuse que lo sabía.
Ella me hablaba y hablaba
sin caer en la cuenta 
de que su blusa era blanca
y de tela fina.
Podía ver perfectamente
la silueta de su cuerpo a contraluz.
Estaba oscura, 
y como todo lo oscuro
me fascinaba. 
No es que no me importara lo que decía.
La ecuación era sencilla.
Me interesaba más conocer
si su cuerpo se desbloquearía 
como mi móvil al roce de mi
huella digital.
Pero no iba a intentarlo.
Se daría cuenta de que no le estaba prestando atención
y me consideraría un tipo 
poco profundo.
Me puse a imaginarla desnuda.
Abrazada a mi cadera
y diciéndome que me amaba.

Y sin darme cuenta gemí.

«¿Te encuentras mal?» se preocupó.



Y lo tuve claro:

Tenía razón mi ex-pareja cuando decía
que follar conmigo era peor
que estar en la sala de urgencias.





miércoles, 6 de diciembre de 2017

se me escapó la muñeca.


Se me escapó.

La muñeca de madera
que con tanto mimo construí
se me escapó.

No debí dejar las cortinas abiertas.
Lo leí en sus ojos.
En cuanto comparó la grandeza exterior
con el interior de mi hogar
algo en su cabeza de madera
se agrietó y dejó brotar una idea mala.

Porque... ¿adonde va a ir ella sin mi?

Yo la creé.
Son mis ojos los que interpretaron
su idea de realidad.

Y ahora no la acompañan.

No entenderá lo que vea.

¿Cómo va a reaccionar cuando
compruebe que nada es lo que parece
ahí afuera?

En mi casa el fuego era calor.
Las paredes cobijo.
La comida un derecho.
El agua... magia.

Y ¿qué pasará si algún desalmado
interpreta sus piernecitas de madera
como buena leña para su chimenea?

Pero me lo ha dejado claro.
Me ha dejado una nota en la almohada.
Una nota amarga en la que se puede leer:

"Odio tu permanente olor a madera.
Odio tu serrucho, tu azuela, tu martillo,
tu rasera...
Odio todo lo que te eres porque te ha hecho
creer que eras capaz de darme algo más
que la mera existencia. Lo que tú llamas vida"

Cualquiera la tacharía de desagradecida.

Pero yo sé que en el fondo. Su odio...
su odio no es sino la herramienta
que ella utiliza para convertir
mi esqueleto humano en una talla barata
de las que se olvidan en el
camión
de la mudanza.

Se me escapó.

La muñeca de madera
que con tanto mimo construí
se me escapó.

No debí enseñarle
los secretos del oficio.




Serena y la nieve.


Los copos de nieve caen
y Serena comienza a intranquilizarse.
La nieve le recuerda, 
dice, 
a las rayas de cocaína que se metía 
entre pecho y espalda con su anterior pareja.
Me confunde cuando me lo cuenta.
No me queda claro si su malestar
obedece a la nostalgia
o al arrepentimiento.

Sería tan fácil como profundizar
en el asunto preguntándoselo.

¿Qué sería lo peor que podría pasar?

¿Que descubriera que se desvive por volver atrás en el tiempo?
¿Qué se atormenta por las cosas hechas al margen de la salud?

Sinceramente, entre tú y yo.
Preferiría que fuera lo primero.
Por ella.

Es más fácil recuperar hábitos destructivos
que hallar la paz cuando crees que estás en pecado
con lo que se supone que debes al mundo.

Y Serena no es muy de sacrificios.

Está muy buena pero la vida se le hace cuesta arriba.





lunes, 4 de diciembre de 2017

el gusano y la puta cara






Ni su padre le pegaba cuando era niña
ni yo había escondido ningún tesoro
más arriba de donde la montaña
dejaba de vestir pinos.

Aún con todo eso en contra
nos reconocimos como seres
incomprendidos.

A ella le divertía llamarme gusano
y a mí a ella "puta cara".

Llegó un día en el que nuestras familias
nos escucharon divertirnos
al otro lado de la puerta.
La separaron de mí bruscamente.
Hasta le golpearon la palma de la mano
cuando hizo el gesto de lanzarme 
un beso volador. 

Cuarenta años después nos tropezamos 
en uno de los pasillos de un hospital.
Ella vestía de puta cara
y yo me arrastraba por las baldosas 
como un gusano.

Su padre y mi madre estaban ingresados.
Malos augurios.
Si afinabas el olfato los dos olían a muerte.

«¿Te acuerdas de lo que nos hicieron?» me preguntó
empezando a sollozar.
«No... no lo recuerdo... espero que tu padre se mejore»
contesté.

Y acto seguido tiré a escondidas de la mano de mi esposa en dirección
a la habitación de mi madre para no dilatar más tan incómoda situación.


sábado, 2 de diciembre de 2017

el espantapájaros que insultó a los niños



Le llamaban cabeza de paja.
No paraban de reírse de él.

Un día al salir del colegio acudió a su madre
 y le preguntó qué podía hacer.

«Eres un espantapájaros... 
no es ningún insulto lo que te gritan
los chicos del pueblo.
Tu cabeza es de paja... como la mía
y la de tu padre»

Al día siguiente. En el recreo
cuando los chicos se acercaron
para empezar a meterse con él
se armó de valor y les gritó:

«¡Cabezas de hueso!»

Y todos fueron corriendo a quejarse
al director del centro de que 
un espantapájaros les había insultado.

reducido hasta la niñez




«Nuestro amor es de segunda»
me dijiste resignada al regresar
del viaje a Paris.

Por lo visto no habías fabricado
los recuerdos que necesitabas
para presumir en tus reuniones 
dominicales. 
Las del vermut.

A mí sin embargo me resultó
excitante correr detrás de ti
cuando enfadada paraste aquel
taxi y me amenazaste con 
regresar a Madrid sin mí
pero con mi billete de avión.

Te reconozco que eso te lo valoro mucho.
Tu capacidad para transformar
cualquier situación anodina
en la más extrema. 

¿Te imaginas que hubiera hecho 
de haberte ido de verdad?

Tú llevabas el dinero. 
Tú tenías los pasaportes.
Tú sabías hablar francés.

Me habrías reducido hasta 
convertirme de nuevo en niño.

¿No es para adorarte?



domingo, 26 de noviembre de 2017

fueron novias... y por lo tanto yo fui novio...




Tuve una novia que veía monstruos de juguete
asomándose por mi espalda cada vez que le decía de follar.
Yo tenía claro que eran invenciones de su cabeza infantil.
Aún así debía de andarme con cuidado.
Un monstruo es un monstruo para quien lo ve.
Y no estaban los tiempos como para 
desperdiciar polvos por puntos de vista diferentes.

Así que le decía... «¿qué tal si hacemos el amor?»
A lo que respondía... «sí, vale... pero yo arriba...
que así los aplastas»

***

La última vez que trabajé mucho me salieron ampollas en las manos.
Mientras habitaron allí mi novia de aquellas me pidió que no la acariciara.
Por lo visto sentía que la estaba arañando.
Yo traté de explicarle que esas ampollas
eran el resultado de trabajar para comprarle las dosis de cocaína
que requería para ser feliz.
A lo que me respondió:

«Acaso te crees tan importante como para considerarte
el proveedor de mi felicidad?»

«Sinceramente... podía haber utilizado otra palabra: ¿Proveedor?»
le dije a mi psicóloga 
«Proveedor me suena a que me está usando»

Mi psicóloga me miró a los ojos.
«Tienes toda la razón... debería haber usado "camello"»

Ni qué decir tiene que desde ese día
solo veo a mi psicóloga en su perfil de Facebook.

***

«Al final van a conseguir que me ponga a leer»
dijo insatisfecha con el último programa de Telecinco
que tanto le gustaba por lo general.

***

Practicaba lo que llamaba libertad sexual.
Un día lo practiqué yo también.
Así que empezó a hablarme de no sé que hostias
de convivencia y reglas. 











martes, 21 de noviembre de 2017

el juego del escondite.



No me gusta el juego del escondite.
He perdido a muchas mujeres
por no saber encontrarlas.

Al principio parecía divertido,
luego la cosa se iba complicando
y al final no cabía más conclusión
que la de que ellas se habían despeñado
por un acantilado del que no se distinguía
fondo alguno. 

Luego, pasado el tiempo
las volvía a encontrar paseando 
por la avenida principal de la ciudad
abrazadas a otros tipos.
Algunos se parecían a mí 
aunque otros eran completamente 
distintos.

Un día tomé el valor para 
pararme a hablar con una de esas parejas.
Quería preguntarle a él donde la había encontrado.
Yo había buscado en cada rincón del bosque,
en cada gruta o socavón. 
Incluso me había enfrentado a algún
que otro animal salvaje por haber invadido
su territorio. 

«Tengo cicatrices y todo» le maticé.

Y el tipo, muy cortes por cierto, me contestó:

«Deberías haberla buscado en mi cama. 
Es el primer lugar donde hay que buscar 
 a tu pareja en el juego del escondite,
pero estabas demasiado enamorado como para saberlo»




domingo, 12 de noviembre de 2017

idas y venidas



Cárcel,
besos,
esperanzas,
traumas.

Vírgenes,
verdugos,
cancer,
diazepan.

Se van como vienen
y cuando no llegan
pesan como si llevaran
mucho tiempo 
pisando el corazón.

Ni el tuyo
ni el mío.
Los de los que nos 
criaron y no podemos
corregir.

Tiene gracia la cosa.

No somos ni siquiera la mitad
de otras mitades.

Nos resignamos a ser la parte que no comprendimos de otros
mientras la siguiente generación aprende gateando
a llegar a donde no queremos estar.

¡Que suerte que la sonrisa siga 
conquistando al resentimiento!





otra de tantas guerras civiles...




Por un momento he estado a punto de agarrarlo.

El pájaro sabio del amor ha revoloteado en el árbol
bajo el que nos estábamos cobijando.

Menudo calor hace en esta cama ¿verdad princesa?

¡Que mierda que mi oído de músico 
escuche como van cayendo las escamas 
de tu disfraz de sirena!
 
¡Que mierda ver como el hechizo se desvanece
y va dejando desnudo al amor verdadero!

Se me olvidó preguntarte cuando te conocí
si estabas preparada para esto.
Tampoco me lo preguntaste tú.
Es lo que tiene el enamoramiento diría un biólogo:
Te embauca para reproducir tus genes.





¿Qué pintamos entonces los poetas, princesa?
¿Qué falta hacemos si la naturaleza tiene claro 
los principios y los finales?

No creas que no conozco tu cajón secreto.
Y sé de sobras que evitas mirarme a los ojos 
cuando pasa a nuestro lado alguna desconocida. 
Los dos aprendimos bien las lecciones 
de nuestros abuelos.

A fin de cuentas ellos eran tan sabios como el pájaro del amor.
Sufrieron una guerra civil.

¿Qué hay más parecido a la convivencia?


viernes, 10 de noviembre de 2017

los próximos zapatos...


¿De qué te espantas?
¿Es que no prestaste atención 
a la clase de historia?
¿No tienes televisión?
¿Nunca has encontrado un diario
olvidado en un banco del parque?

Si los lobos supieran escribir
¿no te habrían contado su historia
de la misma forma?



Todo está justificado
según el interés del que haya 
salido ileso de la última guerra.
No hay más animal que la naturaleza
ni más identidad que el hambre
de cada especie.

Hambre y la búsqueda de un suelo confortable 
donde reposar hasta el desayuno.

Todo lo demás: etiquetas.
Etiquetas que los que saben hablar
de todo sin decir nada
han colgado de los próximos zapatos
que quieran venderte. 

Suerte.

jueves, 9 de noviembre de 2017

globos, regalos y desaciertos...




Esta mañana un tipo disfrazado de payaso me ha ofrecido un globo.
He mirado a mi alrededor. No iba con ningún niño. ¿Por qué me daba el globo?

«Es para el niño que llevas dentro» me ha dicho.

He comprendido su confusión. Mi madre me lo ha repetido cientos de veces.

«Péinate. Cualquiera diría que sigues teniendo seis años» 

He rechazado el regalo.

«El niño que llevo dentro no acepta obsequios de desconocidos.
Los tiempos que corren no dan muchas garantías de que 
por aceptar tu globo no vayas a creer 
que te estoy dando derecho 
a obtener algo a cambio»

Me gustaría decir que he podido averiguar lo que pensaba el tipo disfrazado de payaso 
tras mi respuesta pero la máscara me lo impedía. 
Supongo que él si ha notado por mi expresión 
que yo esperaba una reacción suya. Y me la ha dado:

«Tío... ¿eres gilipollas? Te estoy dando un globo para alegrarte el día... no hacía falta
que mezcles mi generoso gesto con la mierda que estás pensando».

«Bueno... no te enfades... simplemente tengo mis traumas supongo... no es nada personal»

«Entonces acepta el globo...» me ha dicho «Será tu gesto de paz».

El disfraz no estaba muy logrado. Los pantalones estaban bastante sucios.
Llámame loco pero un hombre disfrazado de payaso con los pantalones sucios
no mola. 

«Mira... te agradezco tu interés en alegrarme el día pero estás provocando el efecto
totalmente contrario. Me estás incomodando».

«Ohhh ¿estoy incomodando al señor? lo lamento de veras...» ha comenzado a gritar
sobreactuando para que toda la gente que pasaba lo escuchara.

«Está bien, cabronazo, dame el puto globo» he susurrado apretando los dientes y cogiéndolo
del brazo.

El tío me lo ha dado. Creo que sonreía. Supongo que se daba por ganador.
Cuando he tenido el globo en mi mano lo he reventado con las uñas. 

«Dame otro» le he pedido antes de que pudiera decir nada «este estaba defectuoso»

«No tío... eres mala persona... ¡yo solo quería alegrarte el día!»

«¡De eso nada! ¿Por qué cojones iba a alegrarme el día una mierda de globo?»

«A todo el mundo le alegra que le regalen algo...» decía medio sollozando.

Entonces me he quedado mirándolo y me he sentido triste. 

Aquel tipo disfrazado de payaso era mi viva imagen.

Era yo.

Yo cada vez que he hecho un regalo a cualquiera
de las mujeres que han dicho quererme. 




lunes, 6 de noviembre de 2017

lo que de verdad importa


He soñado que acudías a la iglesia 
corriendo semidesnuda e implorando
que me perdonaran por adorar al diablo.
Que no me arrojaran a la hoguera.

Me ha enternecido verte de rodillas
ante el párroco más viejo.
Estabas bella. Sudada. Esbelta.
Y tan asustada como airada.
Igual que cuando huyes de ti.
Una mezcla perfecta para que 
yo siga queriéndote a mi lado 
cada día de mi vida. 

Eso mismo le he dicho al cura:

«No hay otra razón para que
adore al diablo. Quiero que no 
se distraiga con más tentación
que la mía y me resulta incómodo
hablar de hambres humanas a su Dios».

El párroco te ha acariciado la nuca 
y tú le has mirado a los ojos suplicante.
He sentido celos. El diablo no estaba haciendo bien 
la parte de su trato. 
Me estaba fallando.
Toda la gracia que hay en ti
debería dármela solo a mí. 

«Caballero... no debe preocuparse»
ha dicho otro sacerdote más joven
«Usted ha pecado pero es comprensible.
Ella es tan bella...» y luego se ha acercado
a ti.

Tú permanecías despeinada y 
con los ojos en lágrimas, de rodillas
y escoltada por los dos religiosos. 
Algo me advertía de que lo peor 
de mi castigo no iba a ser la hoguera.

«Tengo dinero para arreglar el campanario»
les he confesado desesperado intentando el soborno.

«Dinero tenemos de sobra» me han respondido
al unísono «Mujeres así y creyentes no tantas...»

«¡Claro que sí!» he protestado «La iglesia está llena 
todos los domingos de beatas»

Y el párroco más viejo, acariciando 
tus labios con la yema de su dedo índice ha matizado:

«No he utilizado una preposición sino una conjunción, hermano perdido»

Me he despertado empapado en sudor.

A fin de cuentas no es para menos.

¡¿Cómo he podido pasar por alto esa diferencia?!


domingo, 5 de noviembre de 2017

meando




Cosas de esas que llaman de la vida
me veo ante la puerta de mis miedos
meando.

Escribiría más pero ¿para qué? 
si total...
ella no me va a leer

miércoles, 1 de noviembre de 2017

sin apetito.

No tengo hambre.
Son las dos de la tarde y no tengo hambre.
Luego la tendré.
A la hora de la siesta.
Y querré dormir pero no me quedará más remedio
que cocinarme algo. 
Un poco de panceta y pan serán suficientes.
La mierda es que a las cinco he quedado contigo
y por el tono de tu voz al teléfono 
me da que querrás echar un polvo.
Y a mí me quedará una siesta por dormir.
Joder, no sé cómo lo haré... 
Estoy seguro de que no podré engañarte
con lo de vamos a abrazarnos y a sentir 
nuestro calor.
Ya lo hice el domingo pasado
y al segundo ronquido me despertaste
y me echaste de tu casa.


No te guardo rencor. 
Yo no lo hubiera hecho pero entiendo
que te sintieras ofendida.
Estás demasiado buena como para que un tipo
corriente como yo te use de almohada. 
No sé por qué narices los domingos
se me desmonta todo.
Tal vez tenga más parte de dios que de hombre
y por eso tenga tantas ganas de descansar.

«¡Es miércoles idiota!» te escucho gritar 
desde la cama «¡y la panceta te la has comido
para almorzar. Por eso no tienes hambre!»

(No sé cómo explicar a esta mujer que me resulta
difícil inspirarme si me interrumpe con la realidad
cada vez que recito en voz alta lo escrito)



miércoles, 25 de octubre de 2017

si amas a alguien no puedes dejar que sufra.



Dijo que se iba y se fue.

La podía ver desde la ventana.
En realidad no se había ido muy lejos.
Para mí mejor. Yo la quería.
Fui al armario y me puse unos pantalones,
una camisa y unos zapatos.
Bajé a buscarla.

Si amas a alguien no puedes dejar
que sufra esperando si vas a ir a buscarlo o no.

Pero no estaba. 

En su lugar había un pequeño brote
de una planta salvaje de esas que crecen
entre los ladrillos y el cemento.
Oteé mi alrededor. Ni rastro.
Entonces sonó mi móvil.
Era ella. 
Descolgué. Y colgó. 
Marqué su número. 

Si amas a alguien no puedes dejar
que sufra esperando si vas a llamarlo o no.

No me lo cogió. 

Regresé a mi casa. Cerré la ventana y me acosté
sobre las sábanas que todavía la recordaban al detalle.

Pasaron dos semanas y recibí una carta.
Supe que era suya. 
«Me he ido» era todo lo que decía.

¡Joder! ¡joder! y ¡joder! 
¡Por mucho que la quisiera!
¡Por mucho que la amara!
no me quedaba
más remedio que hacerla sufrir
 esperando mi respuesta.

No había remite.


domingo, 22 de octubre de 2017

casualidades



El agua del mar moja tus tobillos.
Caminas por la orilla pensando en qué sabe quién.
Te vuelves hacia mí y sonríes.
Tal vez sea la mala suerte que acompaña 
a mis casualidades
pero un golpe de viento me provoca 
un escalofrío y la ceniza de mi cigarro 
se cae sobre mi muslo quemándome. 

Aún así te devuelvo la sonrisa.

Total... es una buena inversión.

Sé de sobras que mientras tú me creas feliz
seguirás fingiendo que lo eres.







domingo, 8 de octubre de 2017

el libro de promesas


No paraba de repetirme que buscaba su libro de promesas.
Nunca la había escuchado hablar de él.
Empujado por la curiosidad le pedí que me lo describiera
para ayudarla y encontrarlo.

«No puedes verlo... es algo muy privado»

«¿No es una especie de Biblia o algo así?

«No, no... para nada»

«Una especie de diario?» pregunté más intrigado aún.

«Es un libro de promesas... ¿qué tiene eso que ver con un diario?»

«Y entonces... ¿por qué no quieres que lo vea yo?
¿Te da miedo que descubra que no cumples lo que prometes?»

«Para nada...» —me respondió resuelta
«Me preocupa que descubras todo lo que me has decepcionado»

mi abuelo, los gatillazos y mi vecina ingresada.


Hoy se han llevado a una de mis vecinas.

Parece ser que está empeñada en que 
en la pared de su dormitorio 
hay un cadáver emparedado.

No me sorprende que nadie se haya molestado
en tirar el tabique.
Y es que cuando le preguntaron
que en qué se basaba para pensar tal cosa
su argumento no fue convincente.

Es todo lo que sé.
El tío de la ambulancia no ha querido 
darme más explicaciones. 
«Argumento poco convincente»
me ha dicho como si eso fuera a servirme
para algo. 

Le costaba poco haber precisado un poco.
A fin de cuentas mi vecina y yo compartimos
ese tabique a los dormitorios.
Y si hay un cadáver acompañando los polvos
que echo con mi pareja me gustaría saberlo.

Al igual que hay gente que tiene miedo a los pájaros
a mí siempre me ha preocupado 
que existan los fantasmas y puedan verme 
sufrir un gatillazo. 
Sobre todo por mi abuelo.

Nunca he entendido muy bien la razón
por la que he elegido a mi abuelo entre tanto
antepasado muerto. 
Tal vez sea porque es al único que considero
no digno de un descanso en el cielo.
O tal vez porque un día de viento
lo vi perseguir su gorra y mi subconsciente
está convencido de que Freud sabía lo que hacía.

Ahora... tarde, por cierto, y consciente de que tarde
no es una referencia que nos sitúe en el tiempo
si no sabemos qué hora establecimos como temprana,
estoy tumbado en mi cama de matrimonio
mirando ensimismado la presunta "pared tumba".

He visto que mi pareja ha comprado 
una caja de condones esta mañana
y he leído que la única manera de liberar 
a un espíritu en pena es enterrarlo en tierra santa.

Insisto en lo que me aterra la idea de que 
mi abuelo me vea echar un mal polvo.
Así que de vez en cuando estiro el cuello 
para ver si mi pareja viene a la cama.

No me gustaría que me pillara con 
la maza escondida debajo de la almohada. 



sábado, 7 de octubre de 2017

traidor





Me declararon culpable.
Culpable de traición.
A la patria.

Para mí no había más nación que su cuerpo
y eso, por lo visto, entorpecía su sensación de totalidad.

Uno de sus sabios me explicó que el mundo era
como era porque así venía siendo desde la última vez que 
había sido.

No supe muy bien qué quiso decirme... de qué quiso convencerme,
pero por prudencia me limité a asentir

Debió de servirles ese gesto para entender
que estaban en su derecho de exigirme que la devolviera
y me retirara. 

Así constaba en el contrato de mi bautismo:
Todo lo que tomes... Todo lo que pretendas como tuyo
será nuestro. 

El agua estaba fría –protesté.
"más fría estará tu tumba" —me replicaron...
y añadieron: ¡vaya que si lo estará!

No me quedó más remedio que salir al portal
a increparles e insultarles.
—¡No salgas en calzoncillos! ¡Se reirán de ti! —
me sugirió ella.
—¿Y. qué hago?
—Saldré yo tal y como voy vestida... este tanga me favorece 
un montón.

No lo permití.
Mierda de propiedad.

La belleza de una mujer
pertenece a quien esté soportando 
la decadencia de su autoestima.

Huevos estrellados contra la fachada.
Pintadas con spray llamándome hijo de puta.
Bolsas de basura esparcidas por las escaleras del portal.
Hasta me pareció advertir el vómito de alguna mascota.

Mierda de propiedad.
Mierda de propiedad.

«Hubiera bastado una nota anunciando su disconformidad»

«No falla» le dije a mi pareja.
«Todos los que desean follarte por el culo
seguirán argumentando
que la razón de su deseo
no es otra que la falta del mío»

¿Quién puede luchar contra eso?

Mierda de propiedad.
Mierda de propiedad.

Y ella se dio la vuelta y sonrío
mostrándome una redención
por cada una de las religiones
establecidas . 

Me declararon culpable.
Culpable de traición.
A la patria.

Para mí no había más nación que su cuerpo
y eso, por lo visto, entorpecía su sensación de totalidad.















viernes, 8 de septiembre de 2017

orgasmos tardíos.





Tras acabar de echar un polvo ella lo llamó Valentín.
Él la corrigió. Se llamaba Juanjo.
Se acababan de conocer y ella se justificó
explicándole que su último rollo de una noche se llamaba así
por lo que él no le dio más importancia.

Seis meses después, ya conviviendo juntos,
volvió a suceder. 
Pero esta vez el nombre que la chica pronunció
fue Sergio.
Él se mostró algo molesto y así se lo hizo saber.
Ella le restó relevancia arguyendo que su último novio
se llamaba así y que habían sido 4 largos años.

Se casaron. 
En su noche de bodas pasó lo 
que ninguno de los dos quería que pasara.
Ella, tras su orgasmo, lo llamó Arturo
y encima le agradeció el método usado para el revolcón.

Esta vez Juanjo se indignó de verdad.

«Bueno... dijo ella... no es para ponerse así.
A fin de cuentas te estoy dando las gracias
por lo bien que follas»

Pero el orgullo del recién casado
fue superior al piropo
y un mes después estaban divorciados.

Tiempo después ella conoció a otro hombre.
Se acostaron y en su último jadeo 
lo llamó Juanjo. Se llamaba Ricardo.
Este paró en seco y la contempló en silencio unos segundos.
La chica le gustaba mucho.
«¿Quién es Juanjo?»
«Mi exmarido»

Entonces la besó en la boca
y se dijo para sus adentros:

...bueno... solo se trata de
una tía de orgasmos tardíos.


miércoles, 6 de septiembre de 2017

Amor prosaico.


«Me considero admirador del verbo huir.
Y contemplo con ternura a los que presumen de avanzar,
crecer... o evolucionar.
Huir... Sí... 
Nadie va a ninguna parte sin mirar en algún 
momento de su viaje hacia atrás.
Nadie va... no... todos venimos»

A lo que ella me contestó:
«Sin embargo tú no vienes de la mierda
sino que te vas a ir a ella».

...desde luego no la amaba por su poesía.


domingo, 27 de agosto de 2017

cuentecillos...



Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus.
Resumiendo: Hay que aprender a vivir en el destierro.

***

A pesar de estar a su lado él la notaba ausente.
Cuando se separaron la tuvo más presente que nunca.

***

«¡No aguanto más» dijo ella llena de orgullo al descubrir
a su novio hablando con una desconocida por el Facebook.
Pero aguantó.

***

Él miró el ramo que su esposa había llevado el día de su boda.
Se habían casado hacía tres meses. 
Observó las flores. Estaban marchitas. 
Pensó que era una buena excusa para entablar una conversación.
Desde que regresaron del viaje nupcial
ella se había pasado las noches viendo la tele en el dormitorio
y él escuchando programas deportivos en la radio con los auriculares.
«Ese ramo habría que tirarlo» comentó.
«Espera que se seque del todo. Lo pondré en un lienzo y lo enmarcaré» contestó ella.



Y él no supo si aquella desconocida hablaba del ramo o de él.