martes, 18 de noviembre de 2014

un motín en tus bragas.

Fotografía: Javier Casino

Los mensajeros de tu bando se presentan ante mí.

Se ha declarado una guerra civil
en nuestro dormitorio.
Se han amotinado en tus bragas
el mercenario “Enfado” convenciendo al cabo “Lujuria”.
Apoderándose de su voluntad con palabras engañosas.

Ambos se han atrincherado tras unos sacos
de castidad y abstinencia
y tienen provisiones para varias semanas.

Mis soldados temen lo peor.
Cualquier batalla entre ciudadanos que comparten techos
será siempre sangrienta.

Mi alférez “Corazón” apela al diálogo:
Cualquier negociación
es siempre mejor que la violencia
–argumenta recibiendo la reprobadora mirada del sargento “Polladura”.

¡No hay acuerdo que valga
cuando se ha dado un golpe de estado!
–grita "Polladura" golpeando a sus esbirros “los hermanos Cojones”.

Mis dos militares enfrentados esperan
a que el General “Raciocinio” tome una decisión.

Este se ha encerrado en su despacho.

Tarda.
Tarda.
  Tarda...

Y tanto que lo hace.
Se ha ahorcado de la lámpara y se balancea como un péndulo.

De sobra sabía que cualquiera de sus maniobras tácticas
era un suicidio...

...a la hora de imponerse a las emociones


que ya habían sitiado la zona estratégica de tu vagina.



lunes, 13 de octubre de 2014

Tú me...

Fotografía: Sonia Hidalgo

Me debilita tu mirada. 
Me desconcierta tu voz.
Me excita tu identidad.
Te contemplo como el sabio
admira el universo.
Ansioso de hallar la clave
de todo.
Ignorante.

Te tengo leyendo a mi lado
y entorno los párpados 
para atravesar tu pensamiento.
Pretendiendo, lleno de ingenuidad,
saber si en tu lectura
el protagonista de la historia
es como yo. Si soy yo.

Me descubres violando 
lo que no me quieres dar.
Lo que es tuyo.
Y me pides hacer algo juntos.
Me quedo con la boca abierta.
Ni las moscas se atreven a acercarse.
Mis labios te pertenecen.
Lo sabemos todos.
Lo saben las moscas.
El aire.
Y las palabras.

Entonces me confirmas 
tener suficiente con mi admiración.
Otro día haremos algo, me dices.
Hoy te conformas con que solo yo
esté entretenido fotografiando
lo que con tanto mimo
los átomos han creado para mí;
y que tanto te aburre a ti.
Tú misma.

Sé que un día no será bastante.
Sé que tendré que ponerme manos a la obra.
Sé que un hombre que se esclaviza 
a una mujer es un futuro solitario.
Jugaré a tensar más la cuerda
de la pasión y la desgana.
Y confirmaré qué hay de cierto
en lo de... afortunado en el juego


...desafortunado en el amor.

viernes, 10 de octubre de 2014

sin inspiración...

Fotografía: Sonia Hidalgo
Enciendo el portátil.
Abro el procesador de textos.
Selecciono nuevo documento en blanco
y me quedo “in albis" como las sábanas de la canción.

¿Dónde están tus jodidas palabras
de angustia emocional? –me pregunto.
La pantalla del ordenador emite una pequeña risa.
¿Qué tal te sienta la felicidad?
¿No te resulta útil para escribir? –se burla.

Lejos de sentirme ofendido,
mi cabeza vuelve a acostarse 
en el recuerdo de su generoso vientre.
En esas horas de siesta 
que en nada se parecen
a las que padecía hacía apenas 
unos días antes de conocerte.
Aquellas que invocaban pegajosos sueños macabros.
Desfiles carnavelescos de perjudicadas criaturas 
de mi submundo.

Vuelvo a mirar la pantalla.
Puedo escuchar con claridad los cánticos
de la cofradía que va a asistir al sacrificio 
de lo único que nunca me ha abandonado:
Mi necesidad de marcar con tinta
las emociones que mi cuerpo se niega 
a representar.

Piensa, me dice mi acomplejada inspiración.
¿Cómo sería que ella te dejara?
¿Cómo sería que ella te engañara?
¿Cómo sería otra caída desde lo más alto del amor?

Y pienso…

Pienso en que si me dejara al menos la habría tenido.
En que si me engañara habría tenido la delicadeza 
de escogerme a mi de entre todos los hombres para hacerlo.
En que caer desde lo más alto significa 
haber visitado el cielo al menos una vez.

Y entonces me queda claro.
No es el momento de escribir nada.
Es el momento de rellenar los tinteros de descanso
aprovechando toda la vida que me está ofreciendo.

No hacerlo sí que me alejaría de lo que me es imprescindible para escribir:


Una vida junto a ella.




domingo, 7 de septiembre de 2014

suerte



Suerte de haber apostado por lo más difícil.
Suerte de saber que cartas faltaban en tu baraja
para poder igualar tu jugada.
Fotografía: Sonia Hidalgo

Suerte de aquel número de teléfono al azar.
Mejor que cualquier lotería,
mejor que cualquier elección correcta al camino del éxito.

Suerte de saberte rota 
en el momento en el que yo tenía piezas
para recomponerte.
Y suerte de que tu puzzle me alejara
de mi obsesión por los crucigramas.

Suerte de que tu belleza sea única
y escurridiza para los otros.
Suerte que me entregues el tesoro
de las carencias que ellos ignoraban
como rellenar.

Suerte que me ha acompañado durante toda la vida
para hacerme caer del árbol justo cuando tú
te estabas planteando la teoría de la gravedad bajo sus ramas. 
Suerte de haber sorteado el antes y el después
y abrir la puerta del momento y lugar oportunos.

Tanta suerte debo compartirla contigo.
No sería justo guardármela para mí solo.


Suerte...

domingo, 24 de agosto de 2014

un segundo cada mil años

Fotografía: Sonia Hidalgo



Te echo de menos, pero no te llamo.
Hacerlo no me convierte en un tipo duro
que mira con furia a tus ojos en un duelo
a sangre fría.

Me hace sentirme solo y desorientado.
Convencerme,
a cada segundo de los malditos relojes,
de que he caído en tu red y no paro de moverme.
De que enredo cada vez más
mis patas en tu tela de distancia.

Busco en la nevera un escape a mi desazón.
Y la cerveza dibuja con su espuma
nuestra última pelea de cuerpos.

Mierda de imaginación. Mierda de recuerdos.
Mierda de memoria. Mierda de corazón.

Te tengo y siento no acabar nada.
Todo queda pendiente.
La próxima vez será mejor, me digo.
Y llega el momento y vuelvo
a amontonar palabras, gestos y planes.
Y en ese desorden, me desespero por encontrar el beso
que te confunda y te haga bajar la guardia.

Pero tú sabes de besos más que yo.
No es fácil engañarte.
Has aprendido a reírte de los don Juanes,
de los Benedetti y de los Marlon Brando.

Me desnudas y debilitas cuando quieres
y pones vendajes provisionales
en las heridas que me hago cuando
me arrojo contra tu afilada experiencia.

Ganar, gano.
Si es que es una victoria perderte todos los días
después de haberte tenido un segundo
cada mil años.

lunes, 11 de agosto de 2014

Cerillas y otras cosas con sentido.

Fotografía: Sonia Hidalgo


Cerillas y caricias.

Palabras más sabias que mi razón.
Señales que llegan antes de hora.
Un cuerpo que se me entrega.
Una cabeza sin norte.

Ella desnuda y aburrida de escucharme.
Tacto para no hacer de mi autoestima un bote a la zozobra.
Una mujer que me lo da todo.
Una maleta que no se puede cerrar.

Los abrazos de la redención.
Una polla que se olvidó cómo usar condones.
Un corazón que pretende ser santo.
Un cerebro intoxicado por la televisión.

Un ángel desorientado llamando a mi puerta.
Un suicida que desea que el Dios al que reza no sea su semejanza.
Unos besos que sustituyen otros besos.
Una promesa que pesa más que mi mejor futuro.

Una psicología que me diagnostica culpa sin culpa.
Un oyente que me llama cuenta cuentos.
Una muchedumbre que dice tener la clave.
Una felicidad fabricada por el equilibrio de una aburrida rutina.

Una rebeldía que no sirve absolutamente para nada.
Unos ojos que mezclan certezas y falacias.
Una experiencia que no diferencia cual es cual.
Otro puedo pero no quiero pendiente del capricho del niño.

Una mujer sincera como un padre bueno.
Un hijo a la deriva que escucha a Freud rechinar los dientes.
Una necesidad de resolverlo todo.
Una carencia de lecciones impartidas desde el corazón.

Miedos y más bolsas de miedos a hacer daño.
Ella los suyos, yo los míos y juntos los de los dos.
Un camino que elegir para llegar a alguna parte.
Unos pasos que dependen de otras mujeres y otros hombres.

La serpiente que tentó los egos en el árbol de las restas. 
Dos almas que no tienen claro como se ha de sumar. 
Discursos que dictan que así está escrito.
Sabios que para serlo deben dejar de pensar.

Unos versos que no vienen de ningún lugar conocido.
Un poema que no gustó a la musa.
Un constante rumiar del ganado que me alimenta.
Un continuo debate entre la lucha y la rendición.

Un ¿Por qué no me la follo y punto?
Un no sé qué del respeto y de que hay algo más.
Un hombre que ni siquiera se rinde.

Un no saber cual de todas mis guerras quiero ganar.


miércoles, 23 de julio de 2014

la migraña


Así que después de ti había esto.

Supongo que te tocó ser tempestad.
Nubes cargadas de riadas, de truenos 
y de ramblas.
Ya lo siento...
Quería otra cosa para ti.

¿Te utilizó el destino para enseñarme algo?
¿Existes ahora que ya te has ido?

Me hubiera gustado acabar mi colección 
de momentos a tu lado.
Compartir tumba mientras vivíamos 
y horizonte una vez muertos.

Ahora somos agua sobre agua.
Negro en la sombra.
Rojo en la mirada de un perro.

Fotografía: Javier Casino
Tú eras radioactiva y yo 
propenso al cáncer.
Qué lástima que ninguno de los dos
supiera desentenderse de lo que somos
para haber llegado mejor al otro.

No me resigno...
me haré budista para buscarte
en mi nueva vida.
Lo que fuera que salió mal en esta
lo voy a resolver antes de mi próximo viaje.

Es lo menos que me merezco.
Es lo menos que necesito pensar.
Solo así evito la visita
de la obstinada migraña que me aturde.
Del estribillo siniestro que me repite
que cuanto sé de la vida
deja claro que no suele ofrecer
segundas oportunidades 
en asuntos de amor.

No veo otra salida.

El Dios de allá arriba,
que con tanta astucia crearon los hombres,
no entiende nada de lo que hemos hecho,
y por lo tanto,
no tiene intención de ayudarnos

por ahora.

miércoles, 16 de julio de 2014

la sirena de mi desierto inundado.

(Para P)

Quise embarcar en el mar de mi atolondramiento.
Estaba preparado, lo tenía todo:
tenía el bote con carcoma y el viento en contra.
Mi miedo perenne al agua y a la soledad violenta.

Recé a mi padre el pirata
y le pedí que me guiara
a las aguas más profundas.
No quiso saber de mí.
Allí solo encontrarás océano...
Y tú buscas islas que te rescaten.
me pareció que dijo borracho de ron.

Pero los náufragos sabemos lo que buscamos.
La orfandad del desahucio de la casa de la esperanza
fabrica fantasmas con forma de mujer:
Sirenas.

Y la encontré.

Tenía nombre de ángel y caricias.
De vírgen desobediente y bella
que ningún hombre podrá jamás reproducir.

Lo auténtico no se deja pintar, ni esculpir...
Lo auténtico pasa por la vía solo.
Bautizando alguna vez con su genio
a algún afortunado despistado que se cruza en su camino.
Y dándole el beso, de la amnesia y la adicción,
lo redime de su sufrimiento
dejando así la huella de Dios en todo esto.

Me atreví a robarle un beso.
Y por cada una de mis lágrimas de agradecimiento
me regaló cien más.

No aceptaba mi gratitud...
El regalo de la vida eterna
Me lo daba porque quería

¿Y qué hay de ti? le pregunté.
Pero guardó su respuesta para su alcoba.
Para su preciado jardín secreto
que tan olvidado tienen las mujeres de la tierra.
Me sonrío y se mostró tal y como es:
desnuda para mis ojos desatendidos 
y esclavizados a no ver más allá 
de lo que me atrevo a comprender.

Luego me devolvió a puerto.
Decía que mis pasos necesitaban del suelo
para llegar a donde algún día llegaré.

De alguna manera sabía más de mí que yo.
De alguna manera me hizo

el hombre más rico del mundo.

miércoles, 2 de julio de 2014

¿Misógino?


Fotografía: Sonia Hidalgo

El tabaco me despierta el deseo de escribir.
Cada calada parece conocer bien el pasillo 
que une la celda de la apatía con el balcón de mi creatividad.
Claro que el precio puede ser la salud.

Igual me sucede con algunas mujeres.
Tenerlas a mi lado me convierte en un tipo lleno de vida.
Despertarme tras una dura noche de sueño
y contemplar sus ojos extrañados, por haberme elegido a mí 
para compartir sus minutos y desperdiciar sus dones,
es suficiente adrenalina para llenar varias páginas de palabras
que cuenten alguna historia.
Claro que el precio también puede ser la salud.

Podría parecer misógino. 
Pero entonces verifico en el diccionario de la RAE la definición de tal cosa:
Adj. Que odia a las mujeres, manifiesta aversión hacia ellas o rehuye su trato.

Y como no suelo fiarme de mi opinión sobre mí mismo les pregunto:

–¿Crees que te odio?

Y suelen responderme:

–Te odias a ti mismo.

–No es eso lo que te he preguntado –les digo… 

Y entonces las odio por hacerme pensar.
Siento aversión hacia ellas por cuestionarme y quedarse tan anchas.
Y rehuyo su trato para no ser víctima de más "perlas emocionales"




la indirecta...



Vamos a ver –quiso aclarar él… –
estoy de acuerdo con que a la hora de comprar una sandía
uno se arriesga a que luego no esté buena… 
que esté verde todavía… o pasada… pero 
¿qué tiene que ver eso con la pregunta que te acabo de hacer de si me quieres?

jueves, 19 de junio de 2014

A Madrid le faltó mi musa.

Fotografía: elmundo.es


Madrid no existía ese lunes. 
Tal vez porque ella había dejado de estar a mi lado. 
Tal vez por lo que sea.
En realidad, mi Princesa jamás perteneció
a las calles de Chueca,
Callao, Sol, Tirso de Molina o Lavapies.
Ni siquiera la tuvo alguna vez
el prestigioso barrio de Arturo Soria.

Quise pensar que aquella musa
solo había sido otro juguete de mi imaginación...
Pero mi fantasía, siempre de su parte,
se esforzaba en recordármela jugando peligrosa
en otras timbas de amor de primera.
Por eso el dolor, de la mano
 de los besos de esa raza de mujeres, 
 terminó por convencerme
de que había sido tan real 
como lo que en ese momento sentía
en las calles de la capital.

Probé a buscar alguna dama
que tuviera su tenderete de magia y nudos abierto.
Pero solo tropezaba con carteles de se vende y se alquila... 
éstos últimos con una leyenda que rezaba...
Abstenerse hombres enamorados.

Aún así lo intenté. 
Y la hallé... pero no era su tipo. 
Por lo visto,
un hombre que trata de olvidar un cuerpo
 en brazos de las putas no resulta buen cliente.
Por lo visto,
 si lloras delante de alguien a quien pagas por gemir
le obligas a apiadarse de ti
y eso solo lo practican
 las aficionadas al sado maso.

Otrora me hubiera importado.
Ayer mismo hubiera retrasado las manecillas 
de mi reloj de pulsera
para que los malditos pájaros del amanecer
siguieran siendo búhos.

Pero no tenía tiempo de enredar mis dedos en Kronos.
Y además, me había dejado el reloj en la mesita
de la cama de aquella que, aunque me cobró,
no quiso hacerme lo que le pedía 
alegando, que lo que buscaba, tonto de mí, solo era amor.

Así que... si había que irse a casa se iba.
Si había que renunciar a lo que esperaba...
se renunciaba.
Si Madrid dormía porque el rey ha abdicado
que despierte de una vez
que no hay quien se tome una copa más allá de las doce.

Lo que buscas no está esperando que lo halles.
Lo que necesitas te encontrará si le da la jodida gana.
Lo que te mereces ha de coincidir con lo que tus ex
crean que debe ser merecido... 
solo así, puede que el universo se acuerde de dártelo.
Resumiendo: olvídate de merecer algo.

Todo lo demás

buscar basura en la cama de cartón piedra
de la mujer que ya sabe demasiado sobre ti.

martes, 17 de junio de 2014

Carol



Apenas duraste en mi vida
lo que el hombre que te bautizó
tardó en pronunciar tu nombre.
Sustituiste a cien musas 
con tan solo una sonrisa
y una pregunta.
Algo tendrás en los ojos
que me dejaste atrapado
en la barra de aquel bar
para el resto de mis noches o
hasta que el tipo que 
te escucha hablar dormida,
se dé cuenta de que es hora de compartirte.

domingo, 11 de mayo de 2014

Mi sirena y yo


Fotografía: Fickt Micht



Lo intento todo porque mi sirena sobreviva fuera del agua
pero necesita el agua del mar más tiempo del que yo la necesito a ella en tierra firme.
Compré una barca vieja y hasta le hice un agujero
para que mis pies y su cola de pez compartieran la misma humedad.
Se hundía. ella no le veía problema,
sin embargo mis pulmones no terminaban de aclimatarse
a las moléculas de hidrógeno. 
Luego me hice con un acuario,
y aunque resultó cierto arreglo los besos resultaban fríos,
y los cristales de la enorme pecera
se manchaban de la grasa de mis manos emborronando su imagen.
Al final acordamos que volviera al mar
hasta que a mí se me ocurra algo que solucione nuestras diferencias físicas.
No puedo pensar en nada más que en ella.
Con lo que mi imaginación no es útil para encontrar soluciones.
Y rezo. Rezo para que todo sea diferente.
Lástima que la única respuesta que obtengo es la risa de mi dios alcohólico
que me dice que para él tampoco fue fácil separarse de la humanidad.