Los mismos ángeles que confesaron
y compartieron conmigo
sus mejores secretos de cama
han sido los que me han condenado
después diciéndome:
"te mereces lo que tienes"
"recoges lo que siembras"
¿Y qué tengo?
¿Hadas mágicas que se sostienen
sobre la caprichosa voluntad
de su propio deseo?
¿Finales calcados
y principios guionizados?
Me dijo mi amigo el asesino
que tampoco estaba tan mal.
Que bien mirado a él sus víctimas
no le enseñaban nada nuevo.
Y que sin embargo a mí…
«Contigo tienen el detalle
de señalarte tus errores
con el fin, supongo —me dijo —,
de que por fin aciertes de pleno
en lo que una mujer espera de ti».
No le contesté.
Más que de las mujeres a las que he querido
parecía estar hablando de dianas y dardos.
Aunque esa noche…
cuando la dama que se animó a probar suerte conmigo
en el catre
me corrigió cada una de las caricias que le ofrecía
no pude evitar pensar:
«¿Será que uno no acierta
o que cada día
las reglas del juego son distintas?»