Me acarició la mano y me prometió algo más.
Supuse que era un farol.
Aún así la invité a otra cerveza.
Me disculpé y fui al baño.
Al regresar su botellín estaba vacío,
ella me esperaba de pie
y con las llaves de su coche en la mano.
Había pagado en mi ausencia.
Cualquier mujer que te invite a alcohol
y luego pretenda llevarte a su cama
tiene que esperar poco de ti.
Eso me tranquilizó.
A esas horas yo estaba más pendiente de otro trago
que de un buen polvo.
Se lo dije y pareció entenderme.
«No hay que follar esta noche… los dos estamos cansados…
mañana será otro día» me dijo.
La miré con verdadero interés… y le pregunté:
«¿Qué clase de mujer eres?
¿Cómo es que no esperas nada de mí?»
Tardó unos segundos en contestar…
antes me miró divertida y se humedeció
los labios con la lengua.
«Soy de la misma clase que tu madre…
¿O crees que ella sigue esperando algo de su hijo?»
Ni qué decir tiene que al día siguiente
me fui de su casa antes de que se despertara.
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