martes, 26 de enero de 2021

Ella lo sabía

 

Dibujo Paloma Sorribes
Dibujo Paloma Sorribes

Que había trazado un mapa en la niebla

confiando en el verano

—me dijo desvistiéndose.

Era musgo y leía a Asimov.

No le importaba la dirección del viento

porque el sentido de la vida

se lo enseñó un árbol.


Conocía la tabla periódica

y se divertía con los desnudos de los actínidos

en las pelis proyectadas en la universidad. 


Trataron de quemarla pero no ardía.

Quisieron atarla pero se escurría.

Rezaron para exterminarla

y floreció entre las tumbas

de los que se asfixiaron con el humo de sus hogueras,

la tensión de sus sogas

y las reglas de sus dioses de fondo de armario. 


A partir de ahí nadie supo respirar.

Sus verdugos se postraron acusando a los jueces,

los jueces se deshicieron de sus mazos

culpando a los gobiernos 

y los gobiernos hablaron 

de plagas de carcoma y remedios venideros. 


Que todo llegaba a su fin 

—escribió un gilipollas en las redes sociales.


Se equivocó.


Ella no se conformaba con el Apocalipsis.


Que más allá de la razón existía la vida

—me susurró después del mejor polvo que he tenido.




lunes, 25 de enero de 2021

250 gramos de pan


 

«No hay bozal que resista cien latidos

ni extremaunción que redima a un niño»

Tal cual me lo dijo la panadera 

antes de incinerarse en el horno 

con su última hogaza. 


No supe qué decirle a la policía.

Que si el sistema y la presión

se me ocurrió insinuar,

pero ellos se empecinaban 

en descubrir cómo había cerrado, la mujer,

la puerta del horno desde dentro. 


Ni lo sabía ni me importaba.

Era lo que ella había decidido.

Y lo había hecho después

de dispensarme 6 barras de pan gallego.


Me gusta el pan gallego 

porque tiene buen congelar

—le explicaba al agente mientras él anotaba

en su agenda el teléfono de una clienta

que, aunque aterrada, 

rezumaba aroma a pan gallego

como para alimentar a un ejército.


La multitud se aglomeró en la puerta.

Unos pocos querían saber si quedaba alguna barra,

otros muchos si la presencia policial obedecía a alguna tragedia.

Dos o tres preferían estar allí de pie

a estar en cualquier otra parte sentados. 


Yo traté de irme.

Si el pan se enfría demasiado

ya no se congela con el mismo “sentimiento”.

«¿De qué demonios me está hablando?» 

—me increpó el agente de la ley y el orden.


Solo de trigo, levadura, agua y sal —quise responderle.


No me atreví.

Nunca me hago el gracioso con alguien que lleva un arma.


Y eso que estaba en una panadería,

el único lugar del mundo donde una pistola

son aproximadamente 250 gramos de pan.




miércoles, 20 de enero de 2021

El mar es la pecera




Cerraron el muelle por el temporal.

Los últimos pescadores no llegaron a tiempo.

«Lo que vive de la mar

no debe perecer en tierra»— dijo la mujer sabia.


Quedaron recién nacidos huérfanos de padre,

viudas señaladas por la caridad,

madres de hombres velludos

petrificadas en bancos de iglesias

y perros en la orilla de la playa 

esperando la próxima caricia de su amo.


Pasado lo peor, la vida se abrió paso con el hambre.

Los que habían llegado a tiempo regresaron a sus barcos.

«El mar no entierra, el mar abriga» —dijo la mujer sabia.


Fue gracias al sol que las lágrimas se secaron.


Donde hubo duelo germinó esperanza.

Donde hubo esperanza floreció vida y delirio.

Lo que brotó de la vida

perdió fruto en otros temporales.

Lo que surgió del delirio

se enamoró de las olas, la espuma y las rocas.


«El mar es la pecera, nosotros… 

solo peces empecinados en respirar fuera del agua» 

—dijo la mujer sabia.






domingo, 17 de enero de 2021

La lluvia huele cuando toca la tierra. 
Con los pies en el suelo se puede alcanzar el cielo. 
Si miras los tejados serás feliz pero corres riesgo de tropezar con un bordillo.
Las nubes inspiran como el suelo alecciona.
Y de todo lo importante solo aprendemos lo que nos da de comer.
Aún así debemos luchar por algo.
Para algo estamos aquí —dijo uno de los primeros —, 
para ver crecer un árbol, para esquivar una bala,
para perseguir una mentira, para ser la comida de un buitre. 
Ella me lo dejó claro cuando la tristeza
 me asaltó en una de las esquinas de nuestra cama. 
Un “Curro Jimenez” robaba en nuestra hacienda
mientras mi esposa rezaba desnuda al crucifijo 
que colgaba sobre el cabecero. 
«No le des mayor importancia —me pidió mi querida — 
A fin de cuentas quien reza es perdonado y 
a quien peca le suceden cien semanas más de pecado». 
Setecientos y un día después de aquello
una anciana me invitó a su casa a tomar té con pastas. 
Todos la llamaban bruja porque reconocía
el sufrimiento de los hombres
y lo trataba con ungüentos que su joven hija untaba sobre nuestra piel. 

Mi esposa fue infeliz a partir de ese momento. 
Yo comenzaba mi tormento: 
cien semanas de pecado me aguardaban en casa de la vieja.

miércoles, 13 de enero de 2021

La tortuga que anhelaba un sofá.


 

 La tortuga se escapó del Zoo.


«No puede estar lejos» —decían los cuidadores.


«La tortuga que corre más que el viento» 

—publicaron los periodistas.


«Una tortuga se desintegra... ¿Es el fin del mundo?»

—anunció una plataforma de TV.


Confieso que estuve con ella esa noche

y que se pasó con la bebida.

Me contó que estaba cansada de su caparazón.

Yo le pregunté si no le jodía más 

estar atrapada en una jaula.

«Para nada —me contestó —,

lo que me revienta es no poder cambiar de hogar»


La invité a mi casa.

Podía dormir en el sofá —le ofrecí —

dándome cuenta pronto de mi torpeza.


«Te agradezco el detalle… pero duermo siempre aquí dentro»

—me respondió afable, con voz escarchada 

y señalándose el caparazón.


Nos tomamos una última copa 

y nos fuimos cada uno por su lado.


Ya dormido algo golpeó mi ventana.

Me asomé. La tortuga estaba abajo.

Hacía mucho frío.

Pensé que había cambiado de opinión

y que por mucho que llevara su casa a cuestas

donde hubiera un sofá cálido 

que se quitara el mundo de afuera.


«Perdona que te moleste» —se disculpó avergonzada —

¿Puedo dormir en tu casa? Es que he perdido las llaves»





martes, 12 de enero de 2021

comprar a costa de otros o comprar a mi costa.

 



Recitaba las leyes mejor que un abogado.

Mendigaba en la calle

y se disculpaba

por anunciar la esclavitud que vendría.

Su voz rota resultaba cálida

por muy duras que fueran sus advertencias.

Llevaba un móvil de última generación y

me sorprendió que atendiera llamadas

 o las rechazara según le diera el aire. 


Presumía de poder escogerlas.


«Tú no podrás —me decía.

Tú responderás siempre que te llamen

porque tienes cosas que pagar»


No suelo replicar a los tipos así.

Me limito a sonreírles y asentir con la cabeza

como que estoy de su parte.

¿Quién sabe cómo podrían reaccionar

de sentirse cuestionados?


Al llegar a casa

mi pareja me esperaba en la cama.

Me reflejé en sus ojos y ella en mi boca.

Luego yo en su boca y ella mis ojos.

Más tarde ni ella ni yo nos reflejábamos.

Mi encuentro con el mendigo 

nos sumió en la oscuridad.


«¿Le ofreciste mi cuerpo?

 Quedamos en ofrecerle mi cuerpo» —“pregunprotestó” mi chica.


«No me atreví. Te quiero demasiado» —mentí y confesé.


Nunca revelé a la mujer de mis sueños la verdadera razón

de que no nos concedieran el préstamo para la hipoteca. 


Nunca le conté que el mendigo

se relamía acariciando sus monedas

 mientras miraba mis labios,

y se disgustaba si hablaba de ella.




lunes, 11 de enero de 2021

Vive y se feliz.




                                                                                    El mensaje en las redes sociales es claro:

«Vive y sé feliz»


Se dirige contra mí como si me conociera 

y supiera más que yo y de la educación que he recibido.


Me imagino a ese alguien “sabio”

visitando campos de concentración

y redimiendo de su dolor a los presos:

«Si no valoras estar vivo

no te gustará la cámara de gas».


Viviendo de la tierra cuando la cosecha

se pudre por las lluvias o se seca por el sol:

«Prueba a hacer yoga o no disfrutarás del hambre»


A mí me jode casi todo lo que llaman insignificante:

Que se acabe el butano en la ducha.

Que se me rayen las gafas nuevas.

No encontrar aparcamiento cerca de casa

cuando llevo diez cajas de cerveza en el maletero del coche.

Y que el coche me deje tirado cuando no llega autobús alguno hasta mi trabajo

pero no se olvidan de cobrarme impuestos municipales.


Definitivamente creo que la vida salpica.

A veces de aceite, a veces de agua fría…

… y solo descansas cuando el escozor o el frío ceden

o nadie cocina o salta a la piscina. 


Supongo que por eso aquella puta me abofeteó 

cuando su bebé se puso a llorar por el grito de mi orgasmo 

y traté de calmarla hablándola de ser feliz.


«La vida es lo que atraes, lo he leído en las redes sociales,

si no te gusta lo que haces solo debes decidir estar en otro sitio» —le dije.

«La última vez que no me gustó estar donde estaba

terminé ejerciendo la prostitución» —me contestó

mientras mecía en sus brazos a su recién nacido.


No me cobró por temor a que la denunciara por la bofetada.

(por algo la justicia lleva los ojos vendados).


El mensaje de moda de la ”newnosense” (para mí) chirría.


Si se tratara de vivir y ser feliz

la naturaleza se hubiera preocupado de darme

una polla más larga o un esqueleto más flexible. 


El verdadero dolor no se deja escribir.

Nadie que tenga hambre compra un libro

 antes que una barra de pan.


Primero el maná cayó del cielo y luego Gutenberg tuvo una idea.





viernes, 8 de enero de 2021

Esta vez los reyes me trajeron carbón.








Esta vez los reyes me trajeron carbón.

Con mi regalo hice una hoguera y quemé mis creencias.

Me quedé solo con mis bodegas.

Preferí mosto y un arca para rescatar especies.


Ni sé navegar 

ni me gustan los animales en propiedad.

Naufragué. 

¿Lo dudabas?


Suelo jugar a la lotería.

Compro un número y confío en que soy el elegido.

Nunca pierdo…

…la mala suerte me escoge a mí de entre los ganadores.  

Aún así he buscado, he tenido y me he aburrido.

Me falta la cuarta temporada de la serie:


REMONTAR.


Y lo hago…

Cada día despierto y espero.

Cada día espero y me resigno.

Cada día me resigno y despierto. 


La muerte de mis padres supuso el comienzo de mi final

y a su entierro acudió la vida a invitarme a continuar. 


En contra de mi naturaleza

no me jode lo que me pasa.

Me jode estar ahí cuando pasa.


¿Bailas? —escucho en mi cabeza.

Hay feos, feas, guapos y guapas en la pista.

¿Reconoces a quién te hará ganar el concurso?

Los jueces ni saben bailar (risas enlatadas).


¿De verdad quiero participar?


Y mientras reflexiono mi respuesta

la orquesta toca mi canción preferida. 


Lo tengo claro… 

a carbón regalado le importa poco

 que le mires el dentado. 






miércoles, 6 de enero de 2021


El toque de queda no afecta a las televisiones.

Sería estúpido que así fuera.

Más allá de la pantalla la realidad es distinta.

Lo saben los jueces, los políticos 

y el mismo anónimo que escribió el Lazarillo.

Sin embargo no voy a ser crítico.

Me gustan mis compañeros de trabajo.

Me gusta mi pareja y su mundo.

Me gusta el camino que he recorrido

tanto como anhelo que mis tobillos

no se doblen con el peso de mi edad.

Desde mi primer polvo 

hasta el último latigazo de mi ciática

mi cuerpo se empeña en dirigirme

y recompensarme con caricias en la ingle.

No puedo quejarme de nada.

No me comparo con nadie.

Mi día a día me trata bien.


¿Casualidad?


Según la religión que practiques, supongo.

¿De qué sino iban, los Reyes Magos,

a renunciar a sus camellos?



martes, 5 de enero de 2021

Recibirá una encuesta...


 

Todo se explica con números.

No hay otra manera.

Los nombres y las palabras

no importan al universo.

Existe ∏, existe “e”,

y aunque solo la poesía desnuda cuerpos,

a la hora de alimentarlos

importa que una cifra dé para que alguien 

pueda servirse de putas. 

Supongo que de eso van los irracionales.


Y no hablemos de geometría.

El círculo y su perímetro. 

2∏ por el radio.

Siendo ∏ un número irracional…

¿Existe el círculo absoluto?

Cosas de matemáticos —dicen…


Llámame loco pero yo 

descubrí la razón de todo esto

apenas tenía siete años.

Era de noche y me acostaba

dos horas antes de que las brujas

salieran a la búsqueda de niños.

La muerte me susurró al oído que tarde o temprano

me arrepentiría de haber participado,

pero que no era malo…

Esa, precisamente, sería la razón perfecta

para que no me importara reunirme con ella.


«Después de estos versos recibirás una encuesta…

no cuelgues por favor…

alguien necesita tu puntuación para decirme quien soy»