El mensaje en las redes sociales es claro:
«Vive y sé feliz»
Se dirige contra mí como si me conociera
y supiera más que yo y de la educación que he recibido.
Me imagino a ese alguien “sabio”
visitando campos de concentración
y redimiendo de su dolor a los presos:
«Si no valoras estar vivo
no te gustará la cámara de gas».
Viviendo de la tierra cuando la cosecha
se pudre por las lluvias o se seca por el sol:
«Prueba a hacer yoga o no disfrutarás del hambre»
A mí me jode casi todo lo que llaman insignificante:
Que se acabe el butano en la ducha.
Que se me rayen las gafas nuevas.
No encontrar aparcamiento cerca de casa
cuando llevo diez cajas de cerveza en el maletero del coche.
Y que el coche me deje tirado cuando no llega autobús alguno hasta mi trabajo
pero no se olvidan de cobrarme impuestos municipales.
Definitivamente creo que la vida salpica.
A veces de aceite, a veces de agua fría…
… y solo descansas cuando el escozor o el frío ceden
o nadie cocina o salta a la piscina.
Supongo que por eso aquella puta me abofeteó
cuando su bebé se puso a llorar por el grito de mi orgasmo
y traté de calmarla hablándola de ser feliz.
«La vida es lo que atraes, lo he leído en las redes sociales,
si no te gusta lo que haces solo debes decidir estar en otro sitio» —le dije.
«La última vez que no me gustó estar donde estaba
terminé ejerciendo la prostitución» —me contestó
mientras mecía en sus brazos a su recién nacido.
No me cobró por temor a que la denunciara por la bofetada.
(por algo la justicia lleva los ojos vendados).
El mensaje de moda de la ”newnosense” (para mí) chirría.
Si se tratara de vivir y ser feliz
la naturaleza se hubiera preocupado de darme
una polla más larga o un esqueleto más flexible.
El verdadero dolor no se deja escribir.
Nadie que tenga hambre compra un libro
antes que una barra de pan.
Primero el maná cayó del cielo y luego Gutenberg tuvo una idea.
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