domingo, 18 de octubre de 2015

no me vengas con que la poesía mola, tío.


No me vengas con que la poesía mola, tío.

Yo salí con una poetisa dos meses y un día.
Y te digo que se burlo de mí.
La veía escribir en su cuadernito de notas
mientras nos lo hacíamos.
Un día, tío, me rallé y le pregunté
que de qué iba:
Y me contestó, tío, vas a flipar
con lo que me contestó.

Me soltó a bocajarro que
copiaba mis caricias y las distorsionaba
hasta convertirlas en palabras rimbombantes.

Y digo rimbombantes porque ella
decía cosas como esa.
«Rimbombante»
Aunque ella utilizó otra palabra
más rara. Algo tipo váter.
O qué se yo, tío… pero
rimaba, me acuerdo que rimaba.

Con ella no hubo manera, tío
Y te digo que lo intenté
con todas mis ganas.
Pero dime tú cómo debería haber actuado
cuando a la hora de la cena
ella encendía una vela y me observaba.
Sí, tío, eso es lo que hacía.
Se quedaba fíjamente mirándome.
Y sé que estaba analizándome.
Que quería sacar de mí
su próximo poema.

Yo, por ejemplo, le decía que en el trabajo
me habían calentado
y ella se limitaba a sonreír,
poner su mano sobre la mía
y anotar en su maldito cuadernito de notas
algo parecido a:
«el hombre no debería trabajar para otros.
Ser hombre es un trabajo duro de por sí.
Solo el buen amante lo entiende.
Solo así se puede hacer feliz a una mujer»


¡Tío! ¿¡Qué cojones significaba aquello!?
Y ¿para qué me servia a mí?
Yo me quedaba con mi calentón.
Y encima...
¿Estaba diciéndome que no la hacía feliz?

Un día, tío, se lo pregunté.
No pude más. Se lo pregunté, tío.
¿Sabes lo que me contestó?

Que ella no creía en la felicidad.

¿Ni cuando estamos follando?
le pregunté. Sí, tío… así se lo solté.
Pero espera, tío… espera
que vas a flipar con lo que me contestó,

me contestó que ella no estaba
presente cuando follábamos.

¿Qué?

¿Y dónde coño estaba tío?

Yo la veía. Sí... vale que escribiendo
en su cuadernito de notas
algo parecido a
«entrego mi carne a una boca desierta,
desierta de voz y de cordura.
Estoy siendo violada por la ignorancia
más despiadada. Por la inteligencia
agria del hombre de a pie»

Pero yo me corría con alguien ¿no?
¿No tío?

Así que no me vengas con que
la poesía mola tío.
Porque salí hasta el culo
de rimas, silencios, dramas y
polvos novelados.





martes, 6 de octubre de 2015

cómo explicarte...

Fotografía Sonia Hidalgo.


¿Cómo explicarte que te necesito
porque no hay más sentido que tú?

Que no tengo miedo de morir.
Que lo que me preocupa es volver a nacer.
Regresar a este prado 
de hierba amarilla y madura siempre
preparado para la recolecta.
Sin saber quien es su dueño.
Sin entender por qué desafino
en la partitura.
Agradecido y desconcertado
de que hayas aparecido en mi vida
sin tener yo nada que decir sobre eso.

¿Cómo hacerte entender que tu flaqueza
es mi naufragio?
Que eres mi talón de Aquiles.
Mi muñeca de vudú.

Me rescataste con una promesa
que tu propia identidad te impide comprender.
Ríes y río.
Lloras y lloro.
Vives... y vivo.

¿Qué diferencia hay con un perro?
Sujeto a su amo. Dependiente de él
por su propia condición.

Pruebo de aquí y de allá.
A romper normas y ser coyote.
Me disfrazo de cien personajes,
todos válidos para la función,
y ante cualquier lapsus de memoria 
descubro que mi apuntador está más pendiente
de tus piernas que de mi texto.

¡Así no se puede! 
¿Qué libertad me espera una vez enamorado de ti?

Puedo tirar de las cadenas y esperar que tropieces
con los eslabones.
Pero aún así...
¿No iría a recogerte y a suplicarte que me perdones?

No hay caso. Lo intente como lo intente...

...no puedo explicarte que te necesito
sin hacerte sentir culpable.