Me escogieron para ser el hijo secreto de las madres.
El preferido que nadie recomienda.
La sonrisa que se desea besar
y el beso que se limpia con gel hidroalcohólico.
Me invitaron a bautizos de varios abortos
y a comuniones en direcciones equivocadas.
Me consolaron en confesionarios fuera de hora
y hasta me pusieron hielo
cuando la medicina recomendaba calor.
Que no había hijos para mí en el supermercado,
y que si los había estaban pasados de fecha.
Cosas de genes, sueños y guerras.
Consecuencia de palabras, hechos y rendiciones.
Nada debía parecerse a mí.
Mi tumba se había cavado
en la mejor de las nacionales y sus cunetas.
Las Unas y las Otras demandaban mi exhumación.
Yo seguía vivo y consciente.
Evitando sacar conclusiones.
No tardé en comprender la razón de ser el hijo secreto.
Ninguna Mujer que se enamorara de mí
permitiría que su cría fuera como yo.