lunes, 29 de octubre de 2018

la banca nunca pierde.



El encapuchado me entregó el arma.

«Tienes que jugar.
Rusa o americana el cargador
conserva la bala que decidirá
si hay o no hay próximo paso»

«No me gusta la violencia»
—respondí negándome a cogerla.

«No haber nacido» —me espetó
colocándomela de nuevo en la mano.

Hubiera preferido estar solo.
No quería que nadie se sintiera responsable
de mi suerte.
Todos terminamos haciéndolo.
Todos creemos representar un papel
en la vida de los otros
cuando la realidad es que la vida de los otros
es la que condiciona la nuestra.

No lo dudé.
Como la mejor retirada de esparadrapo
apreté el gatillo de golpe
para evitar el miedo que
precede al dolor real.

Nada.

Devolví el revólver al crupier.

«He ganado. Dame las fichas.
Quiero retirarme»

Y el muy hijo de puta empezó a reírse.

«¿Cómo puedes ganar si la banca nunca pierde?»

Y continuó riéndose tanto que no pude evitar reírme con él
e invitarle a un trago.


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uNo




Llueve.

Las cañerías huelen mal
y tú no encuentras tus bragas.
No te vistas.
Quédate y dime que no lo hago mal.
Al infierno con la verdad.
De alguna manera tus mentiras
me alimentan más.

¿Qué queda de uNO cuando
a uno de los dos se le retrasa el orgasmo?

Terapia.

Escucha el rumor de las viejas en la calle.
Los pájaros que viven del aire.
Túmbate a mi lado.
¿Has escuchado que el invierno que viene
persigue desde hace siglos al que se ha ido?
No todos tienen a alguien por quien morir.
¿Serías tú mi razón?

¿Qué queda de uNO cuando
el otro lo abandona en mitad de su pesadilla?

Demencia.

Los colores suenan a caricias de manos ásperas.
Los coroneles siguen siendo
los románticos en la jerarquía militar.
Y sigues prefiriendo el café a mi saliva.
¿Será el cansancio
de cargar con tanto amor reprimido?
¿O solo una eventual pérdida de tu agnosticismo?

¿Qué queda de uNO cuando
el otro deja leer su diario solo a desconocidos?

uNO.

(...)








la serpiente Abigail.




Tropezaba a menudo con sus palabras.
Iban más rápido que sus pasos.
Tampoco le importaba mucho.

Decía que lo importante era follar
y tener a alguien con quien hacerlo que
fuera de carne y hueso.
Con sabor a pasión y necesidad.
Con olor a tierra fértil, tempestad
 y a secuoya anciana.

"Los polvos venidos del narcisismo
suelen acabar rompiendo los espejos".

Eso decía.

Y que sobre cristales rotos
resultaba jodido caminar deprisa,
y que entonces su voz
todavía le sacaba más ventaja,
y que... esto y lo otro.

A mí me gustaba escucharla.
Tenía el silbo de la serpiente
y su cuerpo se retorcía como el de una gata.

Tienes que saber a lo que me refiero, amigo.
Parece que se te estén entregando
pero en realidad tú eres su ovillo de lana.
Su ratón de campo.

No entendía como no se devoraba a sí misma.

Aunque como casi nunca entiendo nada 
cuando estoy con una mujer
decidía no pensar y prometerle algo. 
Algo que ninguna Abigail pudiera descifrar
sin reconocer que detrás de su belleza e inteligencia
siempre habrá aburrimiento y discordancia.
Algo que la desconcertara de su instinto
y la acercara entre mis brazos
a la primera vez que un hombre se tumbó sobre ella
llamándola ÚNICA.

Ahí ella me dejaba libre durante unos segundos y sonreía.

«Demasiado pronto para cumplir
y tarde para prometer, chico.
¿De qué tienes miedo?»
—me susurraba a unos dedos de mi cara.

«De defraudarte» —respondía yo entre estertores.

«Eres lo que traes.
Traes lo que te dieron.
Te dieron lo que aprendieron.
Aprendieron lo que no supieron olvidar.
¿Todavía crees que pintas algo aquí
capullo?»

Y sin más herramienta que su calor
me abría desde el cuello hasta donde acaba mi piel.
Cogía lo que en ese momento necesitaba de mí
y me bendecía con el spoiler
del camino hacia el cielo.

Yo mientras tanto aprendía a quererla
tal y como me enseñaron en la clase de biología:

Sin saberlo.



domingo, 7 de octubre de 2018

sin condón y la tragedia griega.




Tú y yo cenando en la misma cueva
donde me despegué
del pecho de mi madre por sexta vez.

Tú y yo cenando mientras en la costa
mueren peces y hombres,
árboles y perros
y las doctrinas se refugian
de lo que que es más fuerte
que cualquier filosofía o política.

La presa se revuelve... 
aún no ha derramado toda su sangre.
Tiene que doler ser el menú del fuerte
consciente de la vida que habrías tenido
si hubieras sido rápido.

Quien ama primero
muere primero.
Quien ama después
se perderá algo importante en cada polvo.

Hay algoritmos en los besos
y sigue impresionándonos la AI o Dependencia Artificial 
(Que es como debería llamarse  a cualquier cosa que nos sirva sin rechistar).

Brindas conmigo a sabiendas de que soy 
el más que probable próximo borrón
en tu lista de posibles orígenes para tus descendencias.

Me conmueve tu condescendencia
y me perturba tu serenidad.

Una matrona me advirtió sobre esto:

«Por cada trago de vino que tomes con una mujer
la vida te acercará un paso más a la jaula de Edipo»

Y aún así... 

...por algo que ni siquiera sé escribir...

...decidimos no usar preservativo.




sábado, 6 de octubre de 2018

La vida no se vive.




La vida no se vive.
La vida se descubre.
¿Todavía no conoces la rima?
Entonces mejor bájate 
en la próxima parada.

Conoce a un niño.
Desentierra un misterio.
Enfréntate a una guerra.
Indaga en un dios escurridizo.
Prueba a escuchar algo más 
que los latidos de tu corazón.
Cierra los ojos.
Piensa en tu ataúd.
Pregúntate qué será de lo que no verás.
Ríete del ego de tu verdugo.

La vida no se vive.
La vida se descubre.
¿Todavía no conoces la rima?
Entonces mejor bájate 
en la próxima parada.

Adelante con tu carnicería.
Queda tanto ganado como días y miserias.
Atrévete a preguntarte quién eres en realidad.
Agacha la cabeza.
Soporta el yugo de tu vanidad.
Confía en lo que pasa desapercibido.
Duda de lo que es evidente.
No hay otros sin ti.
No existe un tú sin nadie.
Rema y reza pero no reces sin remar.

La vida no se vive.
La vida se descubre.
¿Todavía no conoces la rima?
Entonces mejor bájate 
en la próxima parada.

Déjate aconsejar si yerras en tu destino
y desconfía de los guías y profetas.
Tus enrevesadas dudas se ríen de ti.
Eres tan básico como esencial
 para entender que la infancia 
es tu mayor prueba.
Superarla implica tener que volver 
a ella para perder todo lo que has ganado.
Nadie tiene Norte sin Sur
ni se escapa de la trampa de la perspectiva.

La vida no se vive.
La vida se descubre.
¿Todavía no conoces la rima?
Entonces mejor bájate
en la próxima parada.

Muerto o vivo valdrás lo mismo
a los ojos del desconocido.
Los que te quieren solo te harán vulnerable
salvo que conozcas el Secreto.
Mientras tanto envejeces
y la tierra se nutre de lo que te engendró.
No vaciles a la hora de escoger entre todo o nada
porque es lo mismo que elegir entre un poco y lo demás.
Ni eres el único
 ni cuando apuestas sabes lo que haces.
Pierdes cuando ganas
 y ganas cuando crees perder.

La vida no se vive.
La vida se descubre.
¿Todavía no conoces la rima?
Entonces mejor bájate
en la próxima parada.

Aprende de lo peor de los demás
y de lo mejor de ti mismo.
 Luego mira tu reflejo en el espejo,
seguro que aprecias más a los mentirosos
y un poco menos a los que hablan de la verdad.
Ella o Él. Él o Ella
(para que nadie dé por culo)
 serán siempre la incógnita.
En términos evolutivos nunca dejará de haber géneros.
En términos racionales vale tanto una teoría
como el sueldo de los que han sabido enunciarla.
A la mierda la moral y la ética.

La biología exige su precio y pago.

La vida no se vive.
La vida se descubre.
¿Todavía no conoces la rima?
Entonces mejor bájate
en la próxima parada...

Seas lo que te creas que eres...
...hagas lo que hagas...

...ERES IMPAR.









miércoles, 3 de octubre de 2018

la reflexión de la sartén.




Me pidió que usara las pinzas de madera en la sartén.
Las metálicas podían quitar el esmaltado antiadherente.
Por lo visto esa era la razón de que las sartenes me duraran tan poco.

Eso me lo dijo a las pocas horas de conocernos.

La había invitado a terminar la noche en mi casa
y de madrugada nos entró hambre y preparé algo.
Ni siquiera había sartenes a la vista.
¿Cómo podía saber si me duraban poco o mucho?

No di más importancia al asunto.
La gente tiende a magnificar la nimiedad
para convertirla en regla universal
y así tener algo de lo que hablar que no sea de ellos mismos.

A la mañana siguiente nos despertamos con hambre.
Se ofreció a preparar los filetes que tenía en la nevera a punto de caducar mientras se colocaba con gracia las bragas.

Yo llegué unos minutos más tarde a la cocina.
Los estaba cortando en trozos más pequeños
con un cuchillo y un tenedor metálicos apoyándose en la propia sartén.

Me interesé por la razón que le llevaba a incumplir 
su propia sugerencia.
«Yo tengo cuidado» me explicó.

¿Cómo podía saber si yo era un hombre que no tenía cuidado?
Apenas habíamos hecho otra cosa que no fuera follar
en el poco tiempo que nos conocíamos.

No di más importancia al asunto.
La gente tiende a juzgarte sin conocerte
para hacerse una idea falsa de quien eres
y así poder cumplir sus fantasías de curarte, 
mejorarte o lo que sea que quieran hacer contigo.

Nos casamos al año.

Seis meses después no me quedaba ninguna amiga.
Según ella todas me amaban en secreto y 
esperaban pacientes a que después de 15 años de amistad
las poseyera como el mejor amante.
No era sano para nuestra relación que conviviera con la tentación.

Al año y 8 meses la encontré con otro hombre en la cama.

Soy un hombre que entiende lo bueno y lo malo del matrimonio.
Lo malo de que dure mucho y lo bueno de que acabe pronto.

Quise tranquilizarla. Le expliqué que no se preocupara por mí.
Encontraría a otra. Volvería a ser feliz.
Pero me aclaró que no estaba nerviosa. No debía tomármelo a mal.
Por lo visto no eran cuernos graves... 
Sí... había pasado... pero no sentía nada por él... 
se trataba solo de la casual combinación
 de un calentón y un desconocido que llevaba
 trabajando varios meses en su oficina
 pero con el que nunca había intimado de esa forma hasta ese día.

Había sido solo un calentón.
Solo sexo. 
Solo sexo y nada más.

Puedes creerme, amigo, cuando te digo
 que en lo único que pensé mientras la escuchaba
 fue en la jodida sartén.








martes, 2 de octubre de 2018

el túnel





No estoy preparado para nada.
Todo me sorprende.
Tras cada paso otra prueba.
Tras cada prueba
ni fracaso ni logro.
Solo otra. 
Y otra.
Otra.

Sin haberte buscado me encuentras.
Como Ángel me anuncias 
que tu Dios no me espera.
Que hay autobuses de sobra...
Y que lo mejor para alejarse
es quedarse quieto.

Te pregunto por los libros de autoayuda
y me regalas un espejo
y una foto de mi madre,
 y una foto de mi padre.

Antes de conocerse.

Eso sí.

Antes de conocerse.

Exhibes tus piernas y tus ojos
y me invitas a atravesar el túnel juntos.

«Ahí dentro —me adviertes— 
muchos han caído 
por no saber separar el deseo de la piel
ni el amor del instinto»

Ni te entiendo ni quiero hacerlo.
Tus piernas y tus ojos son tan innecesarios
para la vida como cualquier diamante o pepita de oro
y aún así no dudaré en matar 
al primer fantasma que trate de hacerte daño 
mientras lo atravesamos.

Sonríes.

«¿Es que nuestro Dios ya me tiene por bueno?» 
te pregunto.

Y llorando me respondes:

«Ojalá fueras ateo»








"gaudeamus igitur" dijo mi Señor.




En mi Roma el César es siempre una mujer
y en el Coliseo no se matan cristianos.
No hay más fiera que sus piernas
ni más tortura que saberme privilegiado
por haber sido esclavizado.

Aún así yo miro al cielo 
y me encomiendo a la voluntad de mi Señor.
Asustado le rezo:
«Si has de liberarme hazlo ya, Padre,
no esperes a que su imperio sea invadido
y devastado por otros ejércitos y sus lencerías»

Él me habla de primaveras y otoños.
De veranos y de inviernos.
Y me explica que la respuesta 
nunca está en los climas tropicales.
Dice que allá donde el verde es perenne
se esconde el secreto de la vida eterna
y que vivir para siempre aburriría a cualquiera
que no supiera crear un universo de la nada. 

Que nadie puede lograrlo.

Que los monoteístas estamos en lo cierto.

Y que gaudeamus igitur iuvenes dum sumus.