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Fotografía: Adictos.mobi |
Recriminé este empecinamiento humano por pretender dominarlo todo y trasmitir ese miedo a la libertad a todas las especies cuando tropezamos con una de las cuidadoras... Mi novia, que no se pierde una oportunidad de ponerme contra las cuerdas le espetó a la cuidadora:
- Mi novio dice que, aunque van de que cuidan a los animales en el fondo los someten al dominio humano... que si tanto los aman ¿por qué están atados al suelo?
- Bueno... – dijo la cuidadora... – es un error muy común de la gente que no sabe de animales terminar humanizándolos... Pero un animal no siente de la misma manera que un ser humano. Si los soltáramos se atacarían entre ellos.
- Ya bueno... – dije yo... que ya que había sido puesto en evidencia por mi chica no me quedaba más remedio que defender mis argumentos... – Pero si no los hubieran cogido no estarían cerca los unos de los otros y no se atacarían en el caso de que los soltaran...
- Ya bueno... pero muchos de ellos los hemos rescatado heridos en las montañas... y los hemos curado...
- ¿Y ahora deben pagar el favor actuando para el público?
Mi novia me miró divertida. La cuidadora me miró con cierta mala leche... y me dijo:
- Si no los hubiéramos curado estarían muertos...
- ¿Y no es ese el ciclo de la naturaleza? ¿No es el hombre el único ser que se esfuerza en desafiar a la muerte?
- Bueno... pero nosotros les evitamos que sufran y les damos una nueva oportunidad...
- Pues señora mía... solo me queda decirle que es un error muy común de la gente que cree saber todo sobre los animales terminar humanizándolos... Y si tener atada a un árbol a un ave salvaje porque a fin de cuentas así durará más tiempo entre los vivos no es un sentimiento humano ya me dirá que es... Durar aunque sea aburrido es mejor que disfrutar aunque sea poco. Así funciona la mayoría de la gente...
La cuidadora se extendió entonces en datos técnicos de las aves y cosas de su comportamiento como si hubiera hablado directamente con algún búho y pudiera tener la certeza de todo lo que me contaba. Me cuesta creer que podamos saber con seguridad lo que siente un animal cuando a mí me cuesta entenderme a mí mismo.
Mi novia me miró invitándome a cortar con aquella charla rapidito. Yo miré a las aves rapaces atadas a aquellos palos y sus patitas frágiles y sujetas por aquellos grilletes.
Luego pensé en mi novia. Tal vez había cometido ese error común que comete la gente que no sabe de animales y la había humanizado demasiado. A fin de cuentas cada día se parecía menos a la chica salvaje que me había enamorado.
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