martes, 26 de noviembre de 2013

Resolviendo...


Buscas soluciones donde tus miedos te permiten mirar.
La esperanza va y viene como la peor y más frívola de las amantes.
Los días no significan nada por sí solos
y pretendes explicar tu existencia
confiando en religiones, gimnasios y dietas.

Luego vienes a mí y me preguntas
¿Cómo lo haces?
¿Por qué a ti no parece salpicarte nada de lo que te rodea?

Te miro con ternura y le doy gracias a lo que sea, en silencio,
por haberte hecho tan bella y tan cercana a mí.

Te impacientas ante mi ausencia de palabras
y me acusas de irresponsable, inconsciente y cobarde.
¡Cobarde! me llamas por no enfrentarme a la vida
como te enseñaron en la escuela que hay que hacerlo.

Dudo de si enfadarme contigo por atacarme
o conmigo por no haberte podido enseñar 
lo que a mí me sirve.

Te miro con ternura y le doy gracias a lo que sea, en silencio,
por haberte hecho tan bella y tan cercana a mí.

Te alejas indignada e incomprendida
y solo se me ocurre esperar a que un día,
entiendas que un problema tiene mil soluciones
y que cada solución abrirá mil problemas nuevos.

Esperar otra cosa es ser idiota perdido.



lunes, 25 de noviembre de 2013

demasiado joven… mi madre.


¿Puedes acercarte esta noche al baile?
he quedado con una chica allí.
Dice que es mi madre y me tiene desconcertado.

Es quince años menor que yo y…
siempre he pensado…
que mi madre me llevaría algunos años.

Lo que me hace dudar de sí es o no
es su sabiduría.
¿se puede ser sabio e inexperto?
Mozart sabía tocar el piano siendo apenas un niño.
No sabía mucho de motores,
pero tampoco se fabricaban volkswagen por aquel entonces.

Te pido que no sientas celos de la muchacha.
De ser mi madre, lo que sentiría por ella
sería distinto de lo que me humedece cuando te miro a los ojos.

Más que nada, lo que me atrae de ir a conocerla
es que creo que puede tener respuestas para
entenderte mejor a ti.

Y no te ralles con esas teorías de que todo hombre
está enamorado de su madre…
Freud y su séquito están sobrevalorados…

como la mayoría de los cantantes.
como la mayoría de los pintores.
como la mayoría de los escritores…

Lo único que valoramos en su justa medida
es la televisión.

Pero ¿cómo no hacerlo?
si es el más absoluto reflejo de nuestra inteligencia.

martes, 29 de octubre de 2013

lunes, 28 de octubre de 2013

la habitación circular.



Como mi habitación no tiene esquinas
puedes caminar sin tener que girar 90 grados cada pocos metros.
Las arañas están muy molestas porque tienen graves
inconvenientes para edificar sus "babosílicas"y
sus "babojasdeahorros" donde hipotecarse de por vida
para pagar sus "babogares".

Por eso a menudo intentan morder mis talones
mientras camino descalzo en círculos pensando
en cómo ayudarlas.

Admiro la perseverancia de estos arácnidos iracundos.
Aunque eso pueda relajarme frente a sus ataques.
Pero es que no puedo evitar sentir simpatía
por su comportamiento kamikaze.

Cuando termino de rascarme alguno de sus certeros bocados
las miro con compasión y me digo…

¿Por qué se empeñarán en querer 
habitar este terreno tan inhóspito para ellas?… 
y ¿por qué me culpan a mí de todo?… 

Que yo me beneficie de sus obstáculos
no me convierte en una mala persona.

Las mujeres que conozco
no quieren venir a mi habitación
porque les horroriza ver tantas patas negras
correteando anárquicamente.

(Bueno, es un decir… las arañas mueven sus
patas de una manera muy ordenada aunque pueda no
parecerlo).

Esto sí me está suponiendo un trastorno…

Y eso que les explico que una de las ventajas
de mi habitación circular es que jamás podrán
acorralarnos en ninguna esquina.

Pero nada. 
Dicen que no podrían 
hacer el amor conmigo
cerrando los ojos.

¡COMO SI LAS ARAÑAS NO SE ACERCARAN 
SI LOS TIENES ABIERTOS!

miércoles, 2 de octubre de 2013

sutilezas...





Estaba harta de que aquel tipo que decía quererla fuera un egoísta, chantajista, egotista y más cosas que acaban en ista y que dan muy mal rollo. Así que le dijo:

- Un ratón se subió a una baranda. Se echó un pedo y dijo ¡caramba! Todos los ratones se fueron a misa. Le preguntaron a un francés... la hora que es... la una, las dos y las tres.

- ¿Y eso qué demonios quiere decir? – Preguntó él desconcertado.

- Qué te vayas a la mierda.

Y el tipo. Sólo en aquella mesa de la cafetería pensó:

- Joder... qué manera tan lúdica de decirlo...

martes, 17 de septiembre de 2013

lo que de verdad duele.

Acudió al doctor lleno de preocupación y remordimiento.

– Doctor... tiene que curarme... – Dijo consternado.

– ¿Qué le sucede?

– No soy feliz... Soy adicto al sexo, a la bebida, a las drogas y al juego...

El doctor lo miró profundamente. Ese tipo de miradas que nos ofrecen los que ven nuestra salida clara pero comprenden nuestra confusión.

– Bien... lo primero que le trataremos será la adicción al remordimiento. – Concluyó el licenciado.

jueves, 22 de agosto de 2013

dudar del amor que hace dudar.



¿Cómo se te ocurre hacerme dudar de tu amor?

¿No ves que tengo los pies cansados de buscar algo verdadero?

Esto nos pasará factura. Medrará en mi la inseguridad

de si soy o no suficientemente grande para ti.

Vale, ha sido una broma dices...

Pero lo que habita entre tus piernas no parece estar de risas.

No va a ser fácil que entre ahí abajo

si no pones un poco de tu parte. 

¿Cuánto tiempo llevabas planeando esto?

¿Qué es lo que encuentras tan divertido?

Anoche yo también tuve insomnio.

Y no estabas durmiendo a mi lado.

Me dio miedo seguir el rastro de luz 

que surgía del fondo del pasillo.

Sentía vergüenza por dudar de todo.

Y te esperé para confesarte mi falta de confianza.

Aunque me quedé dormido antes de tu regreso.

Esta mañana volvías a lucir tu cuerpo desnudo

enredado entre las sábanas esas que decidimos usar solo nosotros.

Parecías tan feliz como antes de conocerme.

No quiero ir de víctima, sé que lo parezco,

y supongo que lo soy...

Soy la víctima que la incertidumbre arroja

al barranco de los hombres que teniéndolo todo

no saben hacer nada.




viernes, 9 de agosto de 2013

las aves rapaces y mi novia.

    


Fotografía: Adictos.mobi
Acabábamos de ver una demostración de cetrería y vuelos acrobáticos de aves que el hombre ha conseguido domesticar para demostrar una vez más su supremacía animal. Salíamos del recinto mi novia y yo cuando descubrimos que, en un aparte, se podían contemplar los bichos alados, sin miedo a ser picoteado, ya que estaban amarrados de una pata a una madera clavada en el suelo. Madera esta, supongo yo, que no era sino la analogía de que por muchas alas que tengas lo mejor es tener los pies en la tierra. Así lo dicta la razón de los hombres y así han de entenderlo todas las criaturas de la tierra.

    Recriminé este empecinamiento humano por pretender dominarlo todo y trasmitir ese miedo a la libertad a todas las especies cuando tropezamos con una de las cuidadoras... Mi novia, que no se pierde una oportunidad de ponerme contra las cuerdas le espetó a la cuidadora:

- Mi novio dice que, aunque van de que cuidan a los animales en el fondo los someten al dominio humano... que si tanto los aman ¿por qué están atados al suelo?
- Bueno... – dijo la cuidadora... – es un error muy común de la gente que no sabe de animales terminar humanizándolos... Pero un animal no siente de la misma manera que un ser humano. Si los soltáramos se atacarían entre ellos.
- Ya bueno... – dije yo... que ya que había sido puesto en evidencia por mi chica no me quedaba más remedio que defender mis argumentos... – Pero si no los hubieran cogido no estarían cerca los unos de los otros y no se atacarían en el caso de que los soltaran...
- Ya bueno... pero muchos de ellos los hemos rescatado heridos en las montañas... y los hemos curado...
- ¿Y ahora deben pagar el favor actuando para el público?

    Mi novia me miró divertida. La cuidadora me miró con cierta mala leche... y me dijo:

- Si no los hubiéramos curado estarían muertos...
- ¿Y no es ese el ciclo de la naturaleza? ¿No es el hombre el único ser que se esfuerza en desafiar a la muerte?
- Bueno... pero nosotros les evitamos que sufran y les damos una nueva oportunidad...
- Pues señora mía... solo me queda decirle que es un error muy común de la gente que cree saber todo sobre los animales terminar humanizándolos... Y si tener atada a un árbol a un ave salvaje porque a fin de cuentas así durará más tiempo entre los vivos no es un sentimiento humano ya me dirá que es... Durar aunque sea aburrido es mejor que disfrutar aunque sea poco. Así funciona la mayoría de la gente...

    La cuidadora se extendió entonces en datos técnicos de las aves y cosas de su comportamiento como si hubiera hablado directamente con algún búho y pudiera tener la certeza de todo lo que me contaba.  Me cuesta creer que podamos saber con seguridad lo que siente un animal cuando a mí me cuesta entenderme a mí mismo. 

    Mi novia me miró invitándome a cortar con aquella charla rapidito. Yo miré a las aves rapaces atadas a aquellos palos y sus patitas frágiles y sujetas por aquellos grilletes. 

    Luego pensé en mi novia. Tal vez había cometido ese error común que comete la gente que no sabe de animales y la había humanizado demasiado. A fin de cuentas cada día se parecía menos a la chica salvaje que me había enamorado.





martes, 30 de julio de 2013

las sopas de ajo.






Fotografía: Sonia Hidalgo



Me llamó por la noche
a esas horas en las que según tus padres
no estaba bien llamar a nadie por teléfono.

Estaba enferma, la fiebre y su frío. La soledad y su vacío.

Habíamos discutido hacía unos días
y nos habíamos jurado
no volver a vernos en varias reencarnaciones.
Pero la fiebre la debilitaba, y a mí (bueno, la fiebre y su cuerpo)

Le garanticé prepararle unas sopas de ajo
tal y como me enseñó mi madre a prepararlas.
Pan, un poquito de sal, un poquito de aceite, ajo y agua
hirviendo.
Un manjar si la garganta no te deja
tragar como otras veces.

Llegué a su casa. Vivía en un pueblo sin mar y
atravesado por un montón de raíles y andenes.
La abracé y le prometí la mejor sopa de su vida.
Pero en vez de eso…

nos dedicamos a follar durante toda la noche.


lunes, 3 de junio de 2013

ella es así...



Ella es así. Tú no sabes quién eres.
Ella salta de una sonrisa al llanto
y tú te bebes todo lo que sepa a vino. 
Pasan las horas y las canciones de amor siguen sonando,
pero sus besos dicen no entender las palabras bonitas.
Apuestas por otra oportunidad y la descubres mirando al chico de al lado.
Psssst. Le susurras... no te distraigas... Es fácil perder segundos en la salida
si no estás atenta al disparo.

Y aunque te sonríe... sabes que por dentro
continúa medrando la humedad esa que pudre todo,
esa que nadie quiere, ni siquiera ella, pero que es inevitable en sus pasos
 porque tiene un manantial de vida que lucha por salir a la superficie.
Por ser fuente.

No te queda más remedio.
Agachas la cabeza y sigues el rastro de su aroma,

escondiéndote en portales cuando se vuelve,
para asegurarse de que nadie le acompaña.

Bueno... tal vez si te quede otro camino
morirte de aburrimiento en las camas de otras mujeres.


lunes, 22 de abril de 2013

caridad






No sé si alguna puta atenderá a la caridad.
Si hará un buen trabajo a cambio 
de proporcionarle solo un orgasmo.
El otro día escuché a una niña de nueve años
en una serie de televisión
decir que el amor da risa.

Y me reí, pero no del amor, sino de mí.
He leído el libro "El Secreto" más de dos veces.
Y he deseado con todas mis fuerzas vivir en un
perpetuo estado de embriaguez
sin tener que pagar por un vaso de vino.

Pero no llega, algo no hago bien.

Demasiadas cosas pasan por mi cabeza
para el poco tiempo que dedico a pensar.


Ahora ella se ha ido con sus delirios a buscar
lo que le proporcione más daño.
Yo me volví un tipo blando, un hombre de bien.
Y el buen trato no sirvió para retenerla y
hacerla una mujer de esas que aparentan
no dar problemas en la vida.

Quizá sea que busco conflictos disfrazando mis actos
de obras benéficas.
O tal vez sea hora de volver al
redil que tanto aburrimiento me causó.
Aceptar que si las cosas son como son…

No hay gato que tenga tres pies.


Qui



jueves, 18 de abril de 2013

las empresas y la mantis religiosa


Mi colega y yo estábamos mirando un documental de la tele. En él, una mantis religiosa estaba apareándose con el macho. Mi compañero había sido despedido hacía dos días de una empresa a la que había dado los mejores 20 años de su vida. Había colaborado a levantarla y hacerla próspera. Su apuesta le había hecho perder a su familia: mujer e hijos. Tampoco había podido acudir al hospital el día en que su padre falleció y había dejado que su madre sufriera su falta en la más absoluta soledad. No lo decía... pero sus hijos, a los que ni siquiera acompañó el día que nacieron, no querían saber nada de él. "Ya encontraré el momento" eran sus palabras cada vez que alguien: amigos, familiares... le solicitaban algo personal. 

Sus jefes se habían inventado no sé qué para echarlo sin indemnización alguna y ahora no tenía más que sus 50 años y la cartilla del paro. 

En la tele, tras acabar el polvo... el insecto comenzó a devorar al macho sin que este hiciera nada por defenderse. Mi amigo apuró el botellín de cerveza y dijo: 

"Hay que ser tonto para dejarse hacer eso"

Y yo no supe de qué demonios hablaba.

Fotografía extraída de arnaldomirabal

miércoles, 3 de abril de 2013

las matemáticas y el amor...








Ella me decía:

Eres un cero a la izquierda en este mundo.
Todas las desgracias se multiplican a tu lado y todas las alegrías se dividen.
A cada dos pasos que doy yo por salir adelante tu restas tres,
y solo sumas tropiezos y excusas.

Esta relación crece exponencialmente hacia el desastre
y las probabilidades de que lo solucionemos son una entre un millón.
No lo dudes, nuestro amor es inversamente proporcional
a las posibilidades de ser felices…

***

Se llamaba Sara y tenía un doctorado en matemáticas.
Yo apenas conseguí ir a dos clases de esa materia en el bachillerato.
Y aunque los dos follábamos bastante bien,
al terminar los polvos, le costaba
 encontrar razones por las que quedarse a mi lado:

Las matemáticas no mienten. Y no haces nada por resolver la ecuación.
– me sentenciaba cada vez que pasaba más de lo mismo.

Y yo me decía para mis adentros:
pues tan lista que eres despeja tú la incógnita.





lunes, 1 de abril de 2013

sueño








Sueño con que ella esté sentada en el salón
semidesnuda, sonriendo, 
viendo su programa preferido.

Sueño con verla así mientras yo tecleo
mis absurdas imágenes en este ordenador
lleno de manchas de grasa.

Sueño con que de vez en cuando aparte la mirada
del televisor para obsequiarme con una de sus
codiciadas sonrisas.
Sonrisa por la que hombres y mujeres han enloquecido.
Más escasa que el oro, los diamantes y la
razón.

Sueño con ver su ombligo entre los pliegues 
de su camiseta de tirantes 
y poder admirar la delicadeza con la que se rasca
la parte interna de su muslo. 

Sueño con poder hacerlo
mientras contemplo su mirada infinita
más allá de cualquier cosa que un hombre o una mujer
podamos poseer.

Sueño con que los veranos no me la roben jamás.
Que ese sol, que ahora se cuela por las rendijas de la persiana,
siga jugando para el resto de nuestras vidas
con mi deseo y su piel,
con su complicidad y mi enajenación.

Sueño con que la paz que pocas veces sabe regalarse
encuentre un lugar confortable en su corazón
y se quede a vivir para siempre con ella…

Y que cuando termine de escribir estas palabras;
pueda entrelazar sus piernas con las mías
y acariciar sus pies con las plantas de los míos.

Pero de momento… solo puedo soñar…

De momento ella sigue poniendo condiciones
para que un hombre y una mujer
puedan ser felices juntos.


martes, 19 de marzo de 2013

la cerveza y las ganas de ser querido...










No sirve para mucho la espuma de la cerveza cuando tienes sed.
 Pero todo el mundo nos quejamos cuando la cerveza no está bien tirada.
 Cuando el vaso queda sin esa espuma jugosa en la superficie.

 Sus detalles eran así. 
Quizá no sirvieran para saciar tu necesidad de ser querido
 pero los necesitabas en tu vida para sentirte pleno.


martes, 5 de marzo de 2013

amor entre muertos





Me llevó hasta un cementerio. En mi opinión aquella situación estaba sobreactuada. Si se proponía romper conmigo no hacía falta tanto simbolismo. Era cierto que siempre he resultado ser un poco lento para captar tanto las indirectas como las palabras que perforan el pecho de un disparo… en definitiva, para entender lo que no me conviene. Pero llevábamos ya unas semanas demasiado mal como para no barruntármelo. Ninguno de los dos tenía enterrado allí a nadie que hubiéramos querido. A todos nuestros muertos les había dado por reposar en un cenicero con forma de jarrón al que quitar el polvo cada fin de semana. Sinceramente hubiera preferido que eligieran un nicho… se les visita en todos los santos y punto… pero en fin… los hay que creen que si están en la repisa de alguna estantería de alguna forma siguen entre nosotros. Y no seré yo quien les quite la creencia. Me pidió que me sentara en un banco. A mí no me agradaba la idea. Comienzan a entrarme picores cuando visito un cementerio. Soy demasiado escrupuloso y estoy convencido de que hay un montón de diminutos insectos esparcidos a su antojo. Lo sé desde que se me ocurrió seguir la idea de echar un polvo con una dama una noche de San Juan encima de una tumba. Ni qué decir de cómo se le puso el culo de picotazos a la chica.

       –Javier. Creo que tenemos que tomarnos un tiempo.
       –¿Para qué?
       –Para ver si queremos seguir juntos o no.
       –¿No lo sabes ya? –pregunté por preguntar.
       –¿Tú lo sabes?
       –Yo ni siquiera sabía que querer estar juntos tenía que quererse…
       –Bueno… da igual…
       –¿Da igual? –volví a preguntar por preguntar.
       –Quiero decir que últimamente no estamos bien y sería bueno dejarlo por unos meses…
       –Pero es que así, simplemente, no estaremos…
       –Pero nos daremos cuenta…
       –¿De que juntos estamos mal? Eso ya lo sabemos ¿no?

Cogió del suelo una flor de plástico que alguien había dejado caer de su ramo. Comenzó a pasarla de una mano a otra como si le quemara pero despacio. Yo solo pensaba en la cantidad de materia muerta y bichos que tendría aquel objeto artificial.

       – ¿A dónde vas a ir? –me preguntó.
       –Ah. ¿Qué me tengo que ir?
       –Hombre… si hemos de darnos tiempo…
       –Vale, vale… comprende que me pille de sorpresa que hayas decidido que me tengo que ir de casa…
       –No, bueno… no hace falta que sea hoy… puedes irte mañana.
       –¿Tú crees que mañana voy a encontrar a algún pringado que me ayude a llevarme el piano?

Les aclararé que soy músico. Bueno, soy dependiente en unos grandes almacenes pero en casa toco el piano y cuando quedamos con alguien digo que soy músico y que lo de mi trabajo es eventual. Eso es lo que digo desde hace quince años…

       –No hace falta que te lo lleves…
       –¿Por si volvemos?
       –Sí…
       –Pero si piensas que vamos a volver ¿para qué rompemos?
       – Javier, no me lo pongas más difícil.
       –¡Pero si eres tú la que me lo está poniendo todo patas arriba!
       –Bueno… pues llévate el piano…
       –¿Me ayudarás tú…?

La única vez que había visto coger peso a mi novia fue en una ocasión que una señora mayor y gorda se había caído al ir a coger el autobús… recuerdo que me recriminó que yo no hiciera nada… pero esa señora tenía pinta de haber salido de un cementerio y me dio grima.

       –Mañana llamaré a una empresa de mudanzas y les diré que te lo lleven a donde estés… ¿Dónde vas a ir?
       –Pues no es fácil… ¿quién coño me va a querer en su casa con un piano?
       –Olvídate del piano… no sé ni para qué lo quieres… ¿es que vas a grabar un disco?

Eso me hizo daño. Yo siempre contaba con la ilusión de que algún día alguien reconocería mi talento. Se presentaría en mi casa y me diría: “Chaval… te he escuchado desde la calle. Soy el dueño de Sony Music y quiero hacerte rico” Pero estaba visto que ella no compartía mi esperanza.

       –Bueno… pues me iré a casa de Patricia.
       –¿No te vas a ir a casa de tus padres?
       –Pues no… siempre ven telecinco y me aburro.
       –Y no tienes otra casa a donde ir ¿no?

Patricia era una muy buena amiga. La conocí en otro de los tiempos que me pidió mi novia para que recapacitáramos si deberíamos seguir juntos. Nos acostamos unas treinta veces aquella semana.

       –Sabes que Patricia no me gusta porque creo que siente algo por ti.
       –¿Me explicas entonces qué demonios he de hacer? ¿Es que el tiempo este que me pides he de dedicarlo a mirar a las musarañas? Además ya te he explicado cien veces que entre Patricia y yo nunca ha habido nada.

       Para los que me juzguen mentiroso argumentaré que todo lo que sucede en los descansos entre parejas es como eso de las Vegas… sucede allí y allí se queda.

       –¡Tú lo que quieres es aprovechar el descanso para hacértelo con Patricia de una vez!
       –No, no –dije consciente del fregado en el que me estaba metiendo – Yo no quiero hacer nada con ella.

Bien distinto era que ella quisiera hacer algo conmigo. Me cuesta decir no. No me gusta ofender.

       –Entonces ¿dónde vas a ir?
       –Pues… a casa de Patricia.
       –Pero ¿por qué no te vas a casa de tus padres?
       –¿Pero es que te han dicho que quieren que vuelva?
       –Allí te cabría el piano.
       –Sí, pero no podría tocarlo porque les molestaría mientras ven a Jorge Javier Vazquez.
       –Vamos… que tú quieres ir a casa de Patricia.
       –¡Que no! Que yo quiero quedarme en la nuestra… pero tú me has pedido que me vaya.
       –Pues di que no te quieres ir…

Mira tú por donde empezó a llegar gente a aquel lugar santo. Me barruntaba lo peor. Seguro que enseguida llegaba la caja con el muerto. Y eso a mí me daba mucho yuyu.

       –Patricia. Si no quieres que me vaya a casa de Patricia vete tú.
       –Pero la casa es de mis padres no de los tuyos.
       –¿Me voy con tus padres? – pregunté a sabiendas de que ese chiste no encajaba demasiado bien con la situación.
       –¿Te vas a la mierda?

En el fondo había cambiado de opinión. Ahora sí quería tomarme el tiempo. Hacía tiempo que no follaba con Patricia y lo echaba de menos. Así que le dije:

       –¿Has conocido a otro hombre?

Bajó la mirada mientras empezábamos a ser acorralados por un montón de gente que a mi parecer alborotaban demasiado para ser un sitio tan requeriente de silencio.

       –¿Te acuerdas de Raúl? –me preguntó con voz débil.
       –La verdad es que no.
       –¿Ves? Es que no me escuchas… por eso necesitamos tiempo… te hablo de la gente que me importa y no me prestas atención.
       –Bueno… ¿qué pasa con Raúl?
       –Que me siento atraída por él.
       –¿Y él por ti?
       –También…

Y llegó el muerto. Con su ataúd reluciente y la comparsa de llantos y sollozos…

       –Pero entonces tú no quieres tiempo para arreglarlo – le aclaré aclarándome, (tarde, ya lo sé, pero ya les comenté al principio que soy lento de entendederas) –. Tú quieres tiempo para zumbártelo.
       –No seas ordinario… ¿no ves que estamos en un cementerio?

Pues no, no lo veía porque la gente no me dejaba ver mas que sus culos. Casi podía olerlos. Luego me miró. En sus ojos estaba claro que se sentía descubierta.

       –Entonces… ¿te vas a casa de tus padres?
       –¡Que pesada! Que no… que me voy a casa de Patricia.
       –Mira, lo mejor es que lo dejemos estar…
       –¿Rompemos para siempre?
       –No… que dejemos estar lo del descanso… si nos queremos lo que tenemos que hacer es luchar por arreglar lo nuestro. ¿No crees?
       –Pues sí… sí claro…

Y continuamos viviendo bajo el mismo techo con mi piano mientras nuestros cuerpos follaban separados en otras camas. Ella con Raúl y yo con Patricia.

Tal y como entendí yo de toda aquella conversación.


jueves, 28 de febrero de 2013

mala cosa la alergia para un rollo eventual...


            La conocí en un bar de los que abren los martes. De esos en los que el que atiende es el propio dueño y no considera su trabajo un negocio sino su hogar. Sonaba buena música y la cerveza de barril estaba bien tirada. Yo llevaba un buen rato mirándola desde mi refugio: una mesa arrinconada en el local y que quedaba oculta por unas cajas de botellines vacíos. Admirándola desde mi pánico a entablar una conversación con una mujer que pueda encontrar atractivas mis palabras. El tipo que servía las bebidas se acercó a ella y señaló hacia mí con su dedo índice mientras le susurraba algo. Le llamaban Cupido, supe después. 

          Ella, tras asentir a las secretas palabras del ángel, asió su jarra y comenzó a acercarse como las líneas nazis atravesaban las débiles fronteras enemigas hasta llegar a mi lado. Me preguntó si estaba solo y si quería dejar de estarlo. Asentí. Apenas una veintena de palabras y me obsequió con la primera broma sobre sexo. Otras quince… y la segunda. Unas treinta palabras más y la tercera y última broma sobre camas calientes. 

          Para mí era suficiente. Es mi código. La tercera broma marca la diferencia entre el sentido del humor y una proposición indecorosa.



Pasamos la noche como se pasan las noches entre desconocidos. Conociéndose. A la mañana siguiente, sin haber dormido, me propuso desayunar juntos así que fuimos a la cocina. Su cocina. 

               –¿Quieres tostadas? –me preguntó.
             –Oh… sí –respondí mientras la observaba abrir su nevera y sacar pan de molde integral y un tarro de margarina light –. Pero no puedo tomar pan integral… soy alérgico. Necesito pan normal o me paso el día en el baño.
           –Vaya… que contratiempo… pues creo que queda un trozo de pan duro de ayer, pero es de barra normal… ¿te sirve?
              –Bueno… si tienes otra margarina… es que light no puedo tomar… NADA.
              –¿Y eso por qué?
             –Necesito grasas para no quedarme en los huesos… tengo una especie de enfermedad que me hace adelgazar rápidamente si no tomo grasas y azúcares…
         –Caray… eres un poco raro… bueno… tengo mantequilla… ¿vale la mantequilla? –me preguntó con un poquito de sorna que me advertía de que su impaciencia llamaba al timbre de abajo.
          –Sí… sí… la mantequilla está bien… perdona por las molestias...        
         –No, no… no te disculpes… menos mal que no eres alérgico al látex… sino ahora tendrías la polla llena de granos… –añadió divertidamente.
          –Sí, sí lo soy… pero no te preocupes… no me puse el condón… –respondí despreocupado.

Luego… esquivé el trozo de pan duro, que se estrelló contra el microondas al tiempo que una campanita nos hacía notar su queja por el violento atropello, y me fui de allí entre gritos que me etiquetaban como bicho raro, anormal y monstruo de feria. Que yo pensé… joder… si precisamente era yo el que quería pan normal, mantequilla de la de toda la vida y un polvo sin olor a plástico…