semidesnuda, sonriendo,
viendo su
programa preferido.
Sueño con verla así mientras yo
tecleo
mis absurdas imágenes en este
ordenador
lleno de manchas de grasa.
Sueño con que
de vez en cuando aparte la mirada
del televisor para obsequiarme
con una de sus
codiciadas sonrisas.
Sonrisa por la que hombres y
mujeres han enloquecido.
Más escasa que el
oro, los diamantes y la
razón.
Sueño con
ver su ombligo entre los pliegues
de su camiseta de tirantes
y poder admirar la delicadeza
con la que se rasca
la parte interna de su muslo.
Sueño con poder hacerlo
mientras contemplo su mirada infinita
más allá de cualquier cosa que un hombre o una mujer
podamos poseer.
Sueño con que los veranos no me
la roben jamás.
Que ese sol, que ahora se cuela
por las rendijas de la persiana,
siga jugando para el resto de
nuestras vidas
con mi deseo y su piel,
con su
complicidad y mi enajenación.
Sueño con
que la paz que pocas veces sabe regalarse
encuentre un lugar confortable
en su corazón
y se quede a vivir para siempre
con ella…
Y que cuando termine de escribir
estas palabras;
pueda entrelazar sus piernas
con las mías
y acariciar sus pies con las
plantas de los míos.
Pero de
momento… solo puedo soñar…
De momento
ella sigue poniendo condiciones
para que un hombre y una mujer
puedan ser felices juntos.
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