miércoles, 27 de enero de 2016

Micro historias



Compartían todo menos el cepillo de dientes.
Por eso decidieron casarse.
Dos días antes de la boda ella se equivocó.
Usó por descuido el suyo. Se lo dijo.

Y terminaron discutiendo sobre
si gananciales o separación de bienes.

***

Él era soldado.
Ella prostituta.
Se conocieron en mitad de una guerra.
Él se convirtió en prófugo
y ella volvió a ser virgen.

***

—Cariño ¿Qué hace ese señor yaciendo contigo en nuestra cama?
—Verás… ya no te amo.
—Pero a él ¿sí?
—Sí. A él lo amo.
—Menos mal. Me sabría muy mal que anduvieras
perdiendo el tiempo.


***

Todo el mundo le decía lo guapa que era.
Pero ella se sentía como la bruja de Blancanieves.
Sabía que tarde o temprano
tendría que envenenar una manzana.







miércoles, 13 de enero de 2016

Colisión en el lago.

Sus barcas chocaron en el lago de los enamorados.
Ella dejó caer los remos asustada por la colisión.
Él sonrió.
En su embarcación se había abierto
un agujero por el que entraba indiscreta el agua
con la clara intención de llevárselo al fondo.

—Supongo que es el destino —dijo él arrogante —
Yo tengo dos remos y tú una barca.

Después de unos minutos él se ahogaba 
en la profundidad mientras ella esperaba paciente a que alguien viniera a rescatarla.


lunes, 11 de enero de 2016

Te equivocaste.

Todos los que caminan por la avenida esta noche
son tan desconocidos como lo fuiste tú hace tiempo.
Parecen seguros, saben hacia donde se dirigen.
Cualquiera diría que no les importa lo que hay alrededor.
Paran cuando tienen que parar
y arrancan sin titubeos cuando el obstáculo desaparece.
Yo voy más despacio.
Convencido de que ningún lugar 
valdrá la pena si no estás esperándome.
Pero tú no esperas.
Sabes más que yo.
Has aprendido a mantener la mirada a los hombres
y así resulta difícil averiguar quién eres en realidad.
«Misteriosa» me dijiste la primera vez 
que me atreví a tocarte.
«Una mujer debe ser misteriosa
para que su hombre no se pierda en el camino que ella 
le ha invitado a recorrer»


Te equivocaste. Yo estoy jodidamente desorientado.

domingo, 10 de enero de 2016

solo teníamos que hablar.

«Lo tenemos fácil para no perdernos en
este túnel del amor, palomita»
le dije parafraseando a Springsteen.
«Tan solo hemos de hablar claro cuando
uno de los dos no entienda los movimientos
del otro»
Pero en vez de eso prefirió jugar a los enigmas.
Me invitó a interpretar gestos e ironías,
silencios yermos e idas y venidas en horas poco
iluminadas.
Así decidí no preguntar más. Entrar en su juego.
Siempre me he creído un tipo listo capaz de
resolverlo todo.
Y en vez de cuestionarme si estaba enfadada conmigo cuando ponía mala cara, lo di por hecho. Tenía que estarlo.
En lugar de curiosear en su teléfono móvil
los mensajes que le llegaban a todas horas
para descubrir si algún hombre sin escrúpulos
se aprovechaba de la tecnología para
seducirla, decidí que se estaba acostando
con varios a la vez.
Ante sus ácidos comentarios sobre
mi desorden y falta de detalles
comprendí que estaba cansada de mí
y que los nuevos cuerpos que consumía
le estaban abriendo los ojos.
La ceguera que la enamoró de mí
solo fueron cataratas de fácil solución quirúrgica.
Respecto al silencio lo tuve muy claro.
Nada de mí le interesaba
y para todo lo que necesitara contar
había otras orejas más deseables,
tanto para la escucha como para mordisquear.
Ni siquiera la seguí cuando la noche de reyes
se fue a eso de las once y media sin darme explicación.

Cuando regresó yo ya tenía mis maletas en la puerta.
Se quedó paralizada. Traía un regalo para mí.
Una de esas tabletas electrónicas que sirven para tantas cosas.
Pero era tarde. Yo ya no la amaba tuve que decirle.
Han sido demasiados acertijos como para seguir a tu lado.

«No sé de qué demonios me estás hablando...
me dijo controlando el llanto para no parecer desesperada.

«Pues eso es más o menos lo que me pasaba a mí
el día que te dije que solo teníamos que hablar
para no perdernos en el túnel del amor»
le contesté parafraseando de nuevo a Springsteen
pero sin mencionar esta vez lo de... «palomita».