El toque de queda no afecta a las televisiones.
Sería estúpido que así fuera.
Más allá de la pantalla la realidad es distinta.
Lo saben los jueces, los políticos
y el mismo anónimo que escribió el Lazarillo.
Sin embargo no voy a ser crítico.
Me gustan mis compañeros de trabajo.
Me gusta mi pareja y su mundo.
Me gusta el camino que he recorrido
tanto como anhelo que mis tobillos
no se doblen con el peso de mi edad.
Desde mi primer polvo
hasta el último latigazo de mi ciática
mi cuerpo se empeña en dirigirme
y recompensarme con caricias en la ingle.
No puedo quejarme de nada.
No me comparo con nadie.
Mi día a día me trata bien.
¿Casualidad?
Según la religión que practiques, supongo.
¿De qué sino iban, los Reyes Magos,
a renunciar a sus camellos?
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