lunes, 25 de enero de 2021

250 gramos de pan


 

«No hay bozal que resista cien latidos

ni extremaunción que redima a un niño»

Tal cual me lo dijo la panadera 

antes de incinerarse en el horno 

con su última hogaza. 


No supe qué decirle a la policía.

Que si el sistema y la presión

se me ocurrió insinuar,

pero ellos se empecinaban 

en descubrir cómo había cerrado, la mujer,

la puerta del horno desde dentro. 


Ni lo sabía ni me importaba.

Era lo que ella había decidido.

Y lo había hecho después

de dispensarme 6 barras de pan gallego.


Me gusta el pan gallego 

porque tiene buen congelar

—le explicaba al agente mientras él anotaba

en su agenda el teléfono de una clienta

que, aunque aterrada, 

rezumaba aroma a pan gallego

como para alimentar a un ejército.


La multitud se aglomeró en la puerta.

Unos pocos querían saber si quedaba alguna barra,

otros muchos si la presencia policial obedecía a alguna tragedia.

Dos o tres preferían estar allí de pie

a estar en cualquier otra parte sentados. 


Yo traté de irme.

Si el pan se enfría demasiado

ya no se congela con el mismo “sentimiento”.

«¿De qué demonios me está hablando?» 

—me increpó el agente de la ley y el orden.


Solo de trigo, levadura, agua y sal —quise responderle.


No me atreví.

Nunca me hago el gracioso con alguien que lleva un arma.


Y eso que estaba en una panadería,

el único lugar del mundo donde una pistola

son aproximadamente 250 gramos de pan.




No hay comentarios:

Publicar un comentario