domingo, 5 de junio de 2016

el padre de la novia era proctólogo


Se quiebran los acordes
y sobre el pentagrama
se esparcen disonancias
que suenan a decepción.

El verano se barrunta largo,
seco y poco cálido.
Digno de un dibujante de cómic
enamorado de las historias
del miserable Poe.

La obra de una artista
debería ser siempre anónima
para que la prensa rosa no adultere
ni una coma de sus sintagmas.

Pero hablar de escritores es hablar de nada
cuando lo que se quiere decir
ha de limitarse a contar la verdad a una mujer.

«Te quiero» le dijo la hija del verdugo al reo,
a lo que el padre compungido intervino advirtiendo:
«Tampoco este iba a durarte más de siete polvos»

Y efectivamente la chica volvió a enamorarse cada primavera;
mientras su progenitor afiló el hacha con menos esmero cada una de esas veces.
«Golpe o tajo todo matará una vez que los labios de mi hija
se aburran de besar» se resignaba.

Hoy, tú, princesa mía... acabas de presentarme a tu padre:
¿Cómo no me habías dicho que era proctólogo?


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