domingo, 11 de mayo de 2014

Mi sirena y yo


Fotografía: Fickt Micht



Lo intento todo porque mi sirena sobreviva fuera del agua
pero necesita el agua del mar más tiempo del que yo la necesito a ella en tierra firme.
Compré una barca vieja y hasta le hice un agujero
para que mis pies y su cola de pez compartieran la misma humedad.
Se hundía. ella no le veía problema,
sin embargo mis pulmones no terminaban de aclimatarse
a las moléculas de hidrógeno. 
Luego me hice con un acuario,
y aunque resultó cierto arreglo los besos resultaban fríos,
y los cristales de la enorme pecera
se manchaban de la grasa de mis manos emborronando su imagen.
Al final acordamos que volviera al mar
hasta que a mí se me ocurra algo que solucione nuestras diferencias físicas.
No puedo pensar en nada más que en ella.
Con lo que mi imaginación no es útil para encontrar soluciones.
Y rezo. Rezo para que todo sea diferente.
Lástima que la única respuesta que obtengo es la risa de mi dios alcohólico
que me dice que para él tampoco fue fácil separarse de la humanidad.

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