La criticaban.
Decían de ella
cosas que nadie
querría escuchar de sí mismo.
Pero como no se defendía
no había peligro.
Podían seguir criticándola.
Un día la marea comenzó a subir.
Las primeras casas cercanas al mar
empezaron a inundarse.
Poco a poco todo el pueblo
quedó anegado.
Todo excepto su casa.
La de la chica criticada.
Un último superviviente
llamó a la puerta.
Empapado de salitre.
Deshidratado.
«¿Cómo es que el mar
no ha podido contigo?» —preguntó exhausto.
«¿No prefieres que te deje entrar
y te sirva un vaso de agua
antes de contestarte? » —le propuso ella.
«Si entro la gente hablará de mí».
«¿Qué gente?» —preguntó ella perpleja —
«todos se han ahogado».
El hombre oteó su alrededor.
Una ola grande emergía en el horizonte.
Parecía decidida a sumergirlos
a los dos.
«Todos... los de antes que nosotros...» —respondió.
«¿Y si todos estaban equivocados?» —replicó ella —
«Dame una oportunidad para
mostrarte quien soy en realidad»
El hombre sintió como el nivel del agua salada
aumentaba y lo empujaba hacia arriba.
La ola estaba a punto de destruirlos.
Y pensó...
"Solo un poco más de conversación
y acabaré con la bruja en nombre de la justicia humana"
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