El agua del mar moja tus tobillos.
Caminas por la orilla pensando en qué sabe quién.
Te vuelves hacia mí y sonríes.
Tal vez sea la mala suerte que acompaña
a mis casualidades
pero un golpe de viento me provoca
un escalofrío y la ceniza de mi cigarro
se cae sobre mi muslo quemándome.
Aún así te devuelvo la sonrisa.
Total... es una buena inversión.
Sé de sobras que mientras tú me creas feliz
seguirás fingiendo que lo eres.
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