miércoles, 25 de octubre de 2017

si amas a alguien no puedes dejar que sufra.



Dijo que se iba y se fue.

La podía ver desde la ventana.
En realidad no se había ido muy lejos.
Para mí mejor. Yo la quería.
Fui al armario y me puse unos pantalones,
una camisa y unos zapatos.
Bajé a buscarla.

Si amas a alguien no puedes dejar
que sufra esperando si vas a ir a buscarlo o no.

Pero no estaba. 

En su lugar había un pequeño brote
de una planta salvaje de esas que crecen
entre los ladrillos y el cemento.
Oteé mi alrededor. Ni rastro.
Entonces sonó mi móvil.
Era ella. 
Descolgué. Y colgó. 
Marqué su número. 

Si amas a alguien no puedes dejar
que sufra esperando si vas a llamarlo o no.

No me lo cogió. 

Regresé a mi casa. Cerré la ventana y me acosté
sobre las sábanas que todavía la recordaban al detalle.

Pasaron dos semanas y recibí una carta.
Supe que era suya. 
«Me he ido» era todo lo que decía.

¡Joder! ¡joder! y ¡joder! 
¡Por mucho que la quisiera!
¡Por mucho que la amara!
no me quedaba
más remedio que hacerla sufrir
 esperando mi respuesta.

No había remite.


1 comentario:

  1. El verdadero amor es el amor de dar, no el de recibir, todo lo demás es amor de peces..

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