Tras acabar de echar un polvo ella lo llamó Valentín.
Él la corrigió. Se llamaba Juanjo.
Se acababan de conocer y ella se justificó
explicándole que su último rollo de una noche se llamaba así
por lo que él no le dio más importancia.
Seis meses después, ya conviviendo juntos,
volvió a suceder.
Pero esta vez el nombre que la chica pronunció
fue Sergio.
Él se mostró algo molesto y así se lo hizo saber.
Ella le restó relevancia arguyendo que su último novio
se llamaba así y que habían sido 4 largos años.
Se casaron.
En su noche de bodas pasó lo
que ninguno de los dos quería que pasara.
Ella, tras su orgasmo, lo llamó Arturo
y encima le agradeció el método usado para el revolcón.
Esta vez Juanjo se indignó de verdad.
«Bueno... dijo ella... no es para ponerse así.
A fin de cuentas te estoy dando las gracias
por lo bien que follas»
Pero el orgullo del recién casado
fue superior al piropo
y un mes después estaban divorciados.
Tiempo después ella conoció a otro hombre.
Se acostaron y en su último jadeo
lo llamó Juanjo. Se llamaba Ricardo.
Este paró en seco y la contempló en silencio unos segundos.
La chica le gustaba mucho.
«¿Quién es Juanjo?»
«Mi exmarido»
Entonces la besó en la boca
y se dijo para sus adentros:
...bueno... solo se trata de
una tía de orgasmos tardíos.
una tía de orgasmos tardíos.
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