Acuérdate de apagar las luces
antes de que el último tonto
se acerque a preguntarte si es de día.
De niño me asustaban las brujas,
los demonios y el cuarto de los contadores
del agua y la luz.
Era fácil escapar de todos ellos.
Bastaba con cerrar los ojos
y pensar en las palabras de tus padres:
«Tú pórtate bien y no te pasará nada malo»
No es cuestión de infancia.
Nada satisface al miedo cuando un tonto
merodea lo que consideras tu casa.
Lo sabes si has follado por caridad.
Si te has esforzado por entender el Euribor.
Si no te importa pagar dos veces
distinto precio por la misma compra.
«Las cosas ya no valen por lo que son,
las cosas valen según el presupuesto calculado
para construir la piscina de otro».
Pero estos versos pretenden aclarar lo de los tontos.
Sería confuso hablar de sexo,
economía y comercio.
Ni tú ni yo vamos a caer en la trampa.
Darwin lo dejó claro:
«No es más fuerte el que sobrevive sino el que mejor se adapta»
¿Conoces tú algún tonto que se quede sin flotador
en el hundimiento de un trasatlántico?
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