Ella me miró fijamente.
Con esa mezcla
de deseo y cariño que solo las mujeres inteligentes saben conjugar.
Comenzó a desabrocharse la blusa
despacio y me dijo:
“quiero hacerlo contigo aquí mismo”
Yo me quedé helado. Había oído que algunas veces pasaba.
Que, aunque pocos,
algunos hombres habían tenido la suerte de tenerlo tan fácil
para abrazarse a la humanidad pura y desnuda de una mujer sin
tener que hacer ningún esfuerzo.
Millones de años en el universo,
de combinaciones de moléculas, átomos y fuerzas...
se habían conjurado
para que ahora me estuviera pasando a mí.
Entonces, yo... miré a su marido un tanto perplejo y
le pregunté:
“¿a ti te parece bien que me lo haga con
tu esposa delante de ti?"
Y él, sin quitar la mirada del televisor
se levantó de un salto y gritó:
“GOOOOOOOOOOOOOL”
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