Tras el fallo. |
Tenía una amiga a la que contaba
mis problemas maritales. Y siempre me citaba una frase de una canción de
Shakira. Obviamente había acabado la carrera de traductora Shakira-castellano. Yo por aquellas no
escuchaba mucho a la rubia pero, la amiga esta, me ponía sus discos constantemente.
Yo le decía al principio:
-
¿Pero es que canta en
ingles?
-
No, no… en castellano…
-
¿Antiguo?
-
No. Idiota. Del que se usa
ahora...
-
¿Cómo el que se utiliza
para mandar SMS?
Entonces ella pasaba de mis dudas
y me decía:
-
Shakira dice que cuando hay
que hablar de dos es mejor empezar por uno mismo.
-
Ya, pero es que a mí no me
gusta que me llamen egocéntrico. Serlo no puedo evitarlo, pero que me lo
llamen. NO. No me gusta. No me agrada.
Es paradójico que a un egocéntrico
le ofenda que hablen de él. Pero soy así.
Ella por lo visto no iba por ahí,
y proseguía:
- ¿Qué hay de ti, javier? A
ver... Si tu pareja
se está zumbando a otros tal vez sea porque tú no le
llenas.
-
O porque tenga mucho fondo.
-
O porque no la tienes en
cuenta como ella espera...
-
O porque espera
demasiado... corregía yo.
-
Tal vez no hablas con ella
lo suficiente...
-
O tal vez haya hablado
demasiado en vez de…
Y ahí mi amiga, me daba por
imposible y dejaba de hablar de mí para hablar de otros hombres. ¡Tenía un éxito
la chavala!. Con los hombres me refiero... increíble...
Dejamos precisamente de ser amigos
por eso... por su éxito en seducir a los hombres. Un día, al ver que yo no le
entraba al trapo sexualmente se me insinuó. Yo… pues… como era una buena amiga
quería conservarla. Porque buenas amigas no se encuentran demasiadas... pero
buenos polvos... bueno, todos los tíos con los que hablo presumen de tenerlos luego
tienen que exisitir... a patadas... Ya me tocará a mí.
Ella insistía en que nos
acostáramos. Y a mí... qué sé yo... me parecía hacerle un feo a mi mujer... de
aquellas estaba casado.
Yo le advertí del problema del
sexo a mi amiga.
-
Si hay sexo entre nosotros
aparecerá el sentimiento de propiedad y la cosa se joderá.
-
Yo soy muy liberal -me espetó.
Y en contra de mis principios-veleta nos acostamos.
Así nuestras “quedadas” pasaron de
finalizar con un:
"Dos besos... ¿nos vemos el míercoles que viene no? Sé
bueno."
A hacerlo con un:
"Que te jodan. Apetecerte más quedar con
tu esposa, para ir a casa de tus suegros, que conmigo para tener sexo es hacer
el gilipollas"
¡Eso ya lo sabía yo! Efectivamente
era hacer el gilipollas. Pero yo ya sabía que haber pedido matrimonio a aquella mujer era haber hecho el gilipollas. Otra cosa es cuando nos separamos… (sí ocurrió) es cierto que dejé de hacerlo, aunque no de serlo.
La cosa es que mi ex-amiga acabó
chantajeándome por no quedar con ella todo lo que ella decía necesitar y... ¡Me chantajeó con
contárselo todo a mi esposa!
Pero de todos es sabido que si te
sometes a un chantaje estás perdido, te conviertes en una marioneta a la
voluntad del otro, a la de sus caprichos.
Y así fue como llegué a
convertirme en su marioneta con el añadido matiz de pasar a formar parte de las
estadísticas de los propensos al divorcio.
Cedí al chantaje sí... y aún así,
un día que íbamos de tiendas mi amiga y yo - nos gustaba ir de tiendas - vio un anillo, tan caro como pequeño, de
diamantes, que lógicamente yo me negué a comprarle. Se enfadó muchísimo y como
castigo se lo contó todo a mi mujer.
Sinceramente no creo que mi esposa
me dejara por tener una aventura, a fin de cuentas ella picoteaba en otros gallineros, sino por ir de tiendas con otra. Con
ella no iba... es que era muy complicado. De todo me preguntaba. Me decía ¿me
quedará bien? Y tú mirabas el vestido; mirabas lo que sobraba de tu mujer
detrás del vestido; luego mirabas el mismo vestido en el maniquí; luego te
cerciorabas de la planta en la que estabas por si nos habíamos colado en la de
niñas por error. Y le preguntabas:
-
Pero ¿por bien entiendes
como le queda ese vestido al maniquí diseñado por un idealista o como te va a
quedar a ti?
Y a partir de ese momento se
acababan las compras racionales y comenzaba a surtirse de todo compulsivamente
sin volverte a dirigir la palabra durante una semana. Y encima a ti te tocaba
llevar las bolsas que, pese a que resulte caballeresco, a mi humilde criterio
resulta indigno.
Ni qué decir tiene que a pesar de todo... terminé comprando el dichoso anillo.
Yo… yo no sé que demónios me pasa
con las mujeres. Me dejan... todo va bien y de repente se inventan algo que
hace que tenga que superarme.
La primera prueba la suelo pasar
con éxito. Pero cuando ven que lo hago viene la segunda, la tercera... que me
sorprendo de que mis maestros me dijeran en la escuela que me faltaba
imaginación. No es cierto. Me faltaba haber conocido a mi mujer en aquellos
tiempos.
Y te dicen eso de:
“Has cambiado, ya no eres el de antes”
Que tú piensas, ¡normal joder! he
usado tanta creatividad en esta relación para superar tus malditas pruebas que
me he convertido en un guionista. Pero hagas lo que hagas, ya es tarde. Ya han
conocido a otro tío que es tierra fértil, al que todavía no le ha pasado por
encima la cosechadora que conduce tu mujer con los ojos vendados y que ella
llama AMOR.
Y ella te cuenta que él es de otra
manera (que es la misma que eras tú hasta que ella te hizo ser como eres). Y tú
ya sabes que te los van a poner (los adornos en la cabeza)... y ella hasta se
ofende cuando se lo insinúas con voz aflautada y acongojada... pero tú lo
sabes... Habla de ti como te hablaba de su ex cuando te conoció en aquella
discoteca (pero nadie aprende de cabeza ajena). Y te recita como ejemplar todo lo que hace con él (que viene a ser lo mísmo que tú
hacías con ella antes de que decidiera que siempre hacíamos lo mismo).
Y si encima es un poco ordinaria,
cuando te confiese que se lo ha tirado, que lo hará muy posiblemente un día de
final de Champion... te dirá que el susodicho, en el sexo, te da cien vueltas.
Y esto a mí me jode un montón... porque tendré pocas virtudes... pero complejos
tengo a patadas... con lo que si encima me alimentas la inseguridad a la hora
de la cópula... no volveré a tener una erección hasta que me gaste unos 1200
euros en visitas al psicólogo.
Por eso me gusta tanto hablar de
política en mis primeras citas tras una ruptura. Eludo siempre los temas de
cama. Obviamente esto hace de las conversaciones algo un tanto surrealista:
Ellas por ejemplo dicen:
-
¿Vives solo?
Y yo añado:
-
Y voto... siempre voy a
votar cuando se celebran elecciones.
Y ellas erre que erre:
-
He bebido demasiado...
(Que aquí ya se muestra una clara
incompatibilidad entre los dos... para mí su demasiado es nada y para ellas mi
nada es que tengan que recogerme de mi vómito para no ahogarme)
Y siguen:
-
¿Podría dormir esta noche
en tu casa? Por no coger el coche lo digo...
¡Pero si me había dicho que ha
venido en autobus! Piensas tú. Pero no lo digo porque no sé decir NO.
Así que yo a lo mío:
-
¿Tú votas? Es importante
votar, colaboras a que cuando los políticos roban no tengan cargo de conciencia
porque a fin de cuentas los has puesto tú ahí para que lo hagan. Ya sabías a lo
que iban... ¿no? Que yo tengo un amigo que dice que esta vez va a votar a la
oposición a ver si cambia algo... y yo le digo, que sí, que las fotos.
Pero a pesar de mis esfuerzos
terminan en mi cama con esos tangas... con esos sujetadores... que yo me quedo
embelesado... ¡Cómo me gustan esos diseños! Es que innovar con un tanga no me
digan que no tiene mérito. Ser capaz de, con esos tres hilos, diseñar algo
diferente... a mí me flipa. Me gusta la moda... suelo hablar mucho de moda si
no funciona lo de la política. Eso suele hacer que demoren el momento de
acostarnos. Vale que entonces me llevan de tiendas... pero al menos tengo la esperanza de que se enfaden porque no
les queda bien algo y se acaben sus deseos copulatorios.
Aunque no suele pasar... como
hemos bebido “demasiado” antes... pues todo les parece que les sienta bien.
Podrían ponerse un saco de patatas y se verían elegantes. Y te preguntan:
-
¿Parezco Claudia Schiffer?
-
Lo siento. Me han faltado
dos vodkas con tónica para tener tu super vision.
Contesto yo con la esperanza de
que se den cuenta de lo miserable que puedo llegar a ser.
Sí, mis queridos lectores… sé que
pensarán:
“Serás el único tío que rehuye un polvo”
... Pues sí... porque lo paso muy
mal la primera vez que voy a acostarme con una mujer tras una ruptura... Cuando
ya estamos frente a frente como reza la canción de Jeannette... es algo así:
“frente a frente, bajamos la mirada...”
(que la bajo solo yo)
“y ya no queda nada de que hablar...”
Y si no queda nada de que hablar
quiere decir que hay que empezar a toquetearse... y ahí me empiezan a entrar unos
sudores y mi “cosa” de abajo que no sube... y yo que le digo venga, por mí... por
lo que sea... pero que no me joda... y mi “cosa” nada... y ahí es cuando el
momento se tuerce por completo... la chica me mira y me dice, déjame a mí...
que yo pienso, claro hombre, que sabrás tu más de “él” que yo. Y zas en vez de
a Jeanette en mi cabeza empieza a sonar la banda sonora de la lista de
schindler. Todo perdido…
Y yo, que ya no sé ni que decir,
ni que hacer... le ofrezco mis servicios bocales para satisfacerla... pero no
cuela. Ella se siente no deseada. Yo ya no digo eso de “es la primera vez que
me pasa” porque he aprendido que esa frase no solo no arregla nada sino que
significa que le estás soltando a la cara a la tía que es la única mujer de tu
currículum que no te la empina.
Joder... eso destroza a la chica.
Y yo amo a las mujeres.
Por eso inventé otra frase.
Yo les digo... sentado en la cama
con la cabeza entre las manos. En plan escultura griega:
-
Perdona, es que dudo de mi
sexualidad.
- Pero y ¿por qué me has
seducido? ¿por qué me has traído hasta aquí?
Y yo me pregunto: ¿Yo? ¿yo te he
traído hasta la cama?
Por lo que, dada mi actitud de
hombre positivo, en lugar de lamentarme de mi mala pata, me he visto obligado a contribuir a la sabiduría popular extrayendo de todo esto una teoría irreplicable:
“No es cierto que la política haga extraños compañeros de cama. Lo que sucede es que la
política pone cachondas a las mujeres”
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