Traté de no dormir en mis vacaciones
y una gaviota me robó los cacahuetes.
Que estaba cansado —me decía el corazón.
Que el cansancio es de pobres —me amenazaba mi monedero.
Que el monedero pesa —me advertía la gravedad.
Que lo grave puede matar —me espetó mi médico.
Desobedecí a todos en el nombre del padre
y la ciencia recogió mi cadáver
para mostrarlo en sus clases de medicina.
No me importó.
Tarde o temprano
las universidades quebrarán
y las gaviotas terminarán en un corral.
Es cosa de las putas monedas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario