jueves, 30 de agosto de 2018

sin uvas...






Hay un diablo cobarde por cada tentación lícita.
Un instinto irrefrenable por volver a la tierra.
Carencias anegadas por torrenciales oportunidades.
Uvas de la ira y un (poco consolador) perdón De Dios.

De cada beso surgen tres dudas
y de cada duda otro cuerpo que besar.
El deseo no es más instinto que el miedo
y sin embargo el miedo decide siempre 
el partido entre emociones y razón.

Que el mundo se va a la mierda
lo llevan cantando los mismos encapuchados
que saben que no se irá hace años.
La mierda no puede ser peor que el mundo
y el mundo, se vaya o no a alguna parte, 
no le importa a nadie a largo plazo.
Ninguno de nosotros es capaz de entender 
el concepto de "un millón de años".

Ninguno. 

Las fechas carecen de sentido cuando un ciclo
no supera más de lo que somos capaces de concebir.

Mientras tanto los segundos se consumen
lejos de lo que de verdad nos importa
y las nuevas religiones se disfrazan de ciencia.
Es la hora del triunfo del cálculo
del abrazo a las emociones
y  de la patada a la disciplina y el sacrificio.

Somos superiores a la naturaleza.
Nuestro cerebro antiguo estorba 
a la hora de elegir quien se queda con el hijo.
La evolución de Darwin se va quedando atrás
y un Dios trasnochado se disfraza de amor fraternal
con tal de no perder afiliados.

No puedo darte más razones, amiga,
para cobijarme bajo tus sábanas.

Hayas o no existido antes de mi epifanía...

...sé que ya no me quedan más uvas en el racimo.










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