viernes, 10 de agosto de 2018

Atascados en la M30







Te acaricio como un adolescente
a pesar de tu mirada adulta.

Tengo tanto miedo de acertar
que mi lengua se seca y mis palabras
atraviesan el desierto y su cuaresma.

Los dos sabemos que venimos
de tierras yermas 
y que más allá de nuestra vista
no hay más que arena y minutos 
de espera.
Salas donde aguardar
a que el cirujano nos extirpe 
la última emoción reconocible.

Los autobuses pasan de largo
y los táxis están en huelga
confiando que algo mejore.

Tú y yo parados.
Atascados en la M30
de un Madrid que nunca hemos
visitado juntos.

¿Dónde estabas cuando mis padres
me castigaron por primera vez?

¿De qué te sirvo ahora que ya
tuviste que esconder la primera 
sangre de tu regla?

Ni tus anelos ni mis renuncias
van a resolver ecuación alguna.

Lo que haya de pasar
tal vez no pase.

Lo que tal vez no pase
quizás nos obligue a conocernos.

Lo de conocernos...

¿Será que se puede?



No hay comentarios:

Publicar un comentario