Me abres la puerta de tu casa.
Reconozco en tu mirada
la desilusión y la derrota.
Tenías planes.
Tuviste veinte años.
Y pensaste que si hacías
lo que te enseñaron en el colegio
el hombre sería hombre
y las calles solo paseos
para llegar hasta algún lugar útil.
Luego llegó el camión de la basura
y se olvidó de parar en tu puerta.
A pesar de eso tus ojos siguieron bellos
aunque algunos dicen que dejaron de mirar.
Y yo en otra parte.
De otro macho y otra hembra.
Aprendiendo otra lección podrida
mientras tú seguías inconsciente
a tu suerte en el pupitre
que antes ocuparon otros...
y otros... y otros...
Aún así te esfuerzas
en demostrarme que todo mi pasado
no habrá dejado mas que arrugas atractivas
si desaprendo y me dejo hacer (que no llevar).
Entonces me queda claro.
Aún tu peor gesto
contiene más poesía
que cualquier verso.
Aún el mejor poema
se hace arena entre tus dedos.
Aún el mejor desierto
no abarca más sabiduría
que tu silencio.
No eres quien me invita a pasar.
Eres la que me obliga a quedarme.
Luego llegó el camión de la basura
y se olvidó de parar en tu puerta.
A pesar de eso tus ojos siguieron bellos
aunque algunos dicen que dejaron de mirar.
Y yo en otra parte.
De otro macho y otra hembra.
Aprendiendo otra lección podrida
mientras tú seguías inconsciente
a tu suerte en el pupitre
que antes ocuparon otros...
y otros... y otros...
Aún así te esfuerzas
en demostrarme que todo mi pasado
no habrá dejado mas que arrugas atractivas
si desaprendo y me dejo hacer (que no llevar).
Entonces me queda claro.
Aún tu peor gesto
contiene más poesía
que cualquier verso.
Aún el mejor poema
se hace arena entre tus dedos.
Aún el mejor desierto
no abarca más sabiduría
que tu silencio.
No eres quien me invita a pasar.
Eres la que me obliga a quedarme.
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