Acércate, pareces decirme desde la barra.
Antes que tú he conocido a otros,
pero se vaciaron por mi boca
lo mismo que esta copa.
¿Quieres ser tú mi siguiente Martini?
Nena, yo sería vodka —te contestaría.
A mí no me podrías beber a palo seco,
te abrasaría la garganta y toserías...
eso sí... te haría sentir embriagada en muy poco tiempo.
Y seguramente repetirías trago
porque aún jodiéndote dejaría buen gusto
en algún lugar de tu amarga existencia.
Claro que tú sabrías estar a la altura y me replicarías
(no sin antes haber vuelto a dar otro sorbo al Martini)
con desdén.
Dándotelas de que te veías venir mi respuesta
desde que me has visto aquí sentado.
Porque lo has hecho. Llevas fijándote en mí
mucho rato. No sé a donde habrá ido el tipo ese que te
acompañaba cuando entraste.
Bueno... tal vez si lo sé... seguro que le has pedido
que se fuera a casa... ese no pasaba de ser una
cerveza de marca blanca... ¿Me equivoco?
¡Ah! Ahora finges que no te importo
y te marchas... sí... no mires... No me dediques la mirada
que estás deseando dedicarme cuando pases a mi lado.
No lo hagas... no vayas a derrumbarte.
No vayas a tener que admitir
que de todos los tipos con los que has estado...
¡de todos!...
...ninguno estaba tan solo como yo.
Tan solo y jodido como yo...
Supongo que es el precio que debo pagar
por preferir el vodka a todo lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario