lunes, 1 de noviembre de 2021

manzanas y gusanos







Dibujo: Paloma Sorribes


No tuvo hijos.

Prefirió coleccionar cromos

y saldar deudas con sus demonios.

Algunas mujeres le advirtieron

de que más allá de los años

quedaban las malas razones.


Nunca faltó a misa un domingo

y mientras el mar aguardaba a su barco

se dedicó a predicar la anarquía 

entre su tripulación.

Su naufragio lo celebraron

los que nunca brindaron a su lado

y una parte de la mitad 

de los que no felicitaba por su cumpleaños.


Llegado el día de su comunión

el cura le dio una sonora hostia.

«Cumplí dos sacramentos 

de una sola tirada de dados»

—solía decir a quien le preguntaba

por la razón de sus dientes rotos.


Poca gente le llamaba redentor,

algunos mecánicos agradecían sus cheques,

y por encima de todos ellos

las tumbas de las mujeres solteras

coreaban su nombre en griego.


A todas ellas dirigió sus últimas palabras:

—«Ni me justifico ni me condeno

pero os aseguro que la manzana

 tenía un gusano».


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