domingo, 7 de noviembre de 2021

piedras y pedruscos.




Subió la piedra más pesada al altar

y la piedra se supo importante.

Cuidaría de las demás piedras —prometió.

No había necesitado piernas ni brazos

para ascender a la cumbre.

Se había aprovechado de la necesidad 

de la escavadora por escavar más allá del suelo.


Luego llegó la lluvia y el mar.

El viento y la nieve…

y todas las rocas rezaron a la escavadora

implorando al cielo
ser sótano

y a los sótanos cuidarse de las ratas.


Todavía algunos pedruscos

 escarban en la basura en busca de fuerzas.

Nada va más allá de sus intenciones.

Se desdicen diciendo…


Y es que ya lo advirtió el oro:

«Nadie me escoge en el desierto»




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