jueves, 6 de septiembre de 2018

el concursante.






He tropezado con la misma sabiduría
observando la imaginería de los templos
que enfrentándome a la mirada de alguna mujer.

Sabrás de lo que te hablo 
si has pagado alguna vez por 
entrar en una de esas atracciones.

Con todo mi respeto a los escultores
y a los padres de las Marías Magdalenas
he de confesar que, 
de haber sabido que los dioses 
están de parte de los que ganan en esta tierra,
hace tiempo que me habría entregado
a la sumisión que el diablo me propone cada noche.

No es una cuestión de conciencia.
Se trata del asiento que escojas en la grada.
Según estés sentado... 
el tanto te parecerá fuera de juego o no.

Dependerá de la primera camiseta 
que te regalara tu padrino:
así los hijos de puta que te joden el partido
serán unos u otros.

Por supuesto hay una excepción a cada regla.

Lo peor de cada hijo lo crea un padre.
Lo mejor de cada padre una esposa.
Y ni lo mejor ni lo peor de nadie
pasa por la voluntad de una pareja en discordia.

Puesto el huevo no queda más que morir.

Lástima que las crías humanas tarden tanto en crecer.
¿Qué es sino vanidad continuar después del éxito?

Aún así hay veces que las voces de mi cabeza
me proponen seguir los dictados del infierno.

Me dicen que tú y yo no somos tan distintos.

Que nos diferencian las mentiras y los discursos.
Aunque no los vicios y las hambres.

Entonces, amigo, 
 me enfrento por segunda vez
a la mirada de esa mujer.

Las catedrales se hacen ermitas
y las putas se preocupan por 
el sarampión de mi futuro hijo.

Es hora de adentrarme en la bruma...

Me inclino ante ella.
Le advierto de lo que no soy capaz,
y me encomiendo a sus más comedidos delirios.

Ella decidirá si valgo o no valgo la pena.
Ella sabrá si arrojarme por el acantilado
o darme refugio al lado del mastín.  

A fin de cuentas..
y digan lo que digan las nuevas costumbres...

...solo soy un concursante. 

«Dios se esfuerza en convencernos a través del instinto
mientras el hombre insiste en traducir su mensaje en religiones»






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