Lo estábamos haciendo.
En mi opinión iba bien
para mi media.
Nunca he sido un buen amante
aunque algunas han querido repetir.
Pero como decía mi abuela:
«Hasta la tierra de las macetas
está buena si te falta cerebro».
Entonces ella se puso a hablar.
Por lo visto lo de Corea del Norte le preocupaba.
Pensé que iba de analogías entre pollas y misiles.
Verla llorar me hizo sospechar que no.
Siguió sollozando y mezclando palabras
tales como nuclear, fin, mierda y planeta.
Aún siendo consciente de que algo fallaba
en el polvo para ella preferí creer que era
una chica rara.
Así que paré un momento y le pregunté para asegurarme:
«¿Te pone pensar en eso?»
«No, no...» me respondió... «es que me duele el mundo»
Para mí era comprensible que le doliera.
Tampoco es que me entusiasme
la idea de estar vivo.
«Bueno, sí... te entiendo... pero...
¿no te está gustando esto que estamos haciendo?»
la tanteé.
«Oh, no... no te preocupes...
no me gusta nunca... te estoy haciendo un favor...
me dio la impresión por tu mirada en el vagón
que te apetecía follarme...»
Confieso que no me esperaba aquella respuesta.
«¿Eres una especie de ángel o algo así?
¿Haces favores a los hombres?»
«No, para nada... ojalá...»
«ojalá lo de ángel... claro» matizó.
Recapacité.
«Bueno... pero es que a mí... a ver...
si no me deseas no le veo la gracia a todo esto...
en fin... no quiero que pienses que no me gustas...
estás muy buena... pero... no sé...
me molaría que yo también te gustara...».
La habitación se cubrió de una niebla espesa.
La chica se había esfumado. No había nadie a mi lado.
Escuché una voz en off:
«Has pasado a la siguiente fase.
No volverás a reencarnarte en humano».
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