viernes, 30 de noviembre de 2012

una musa rebelde




Me tocó en suertes una musa rebelde. 
La más perfecta de las mujeres diseñadas para 
generar los mejores versos.
 Los acordes más oportunos.
 Las melodías más profundas.
Enseguida nos enamoramos ella de mí
 y yo de todo en lo que ella
 podía llegar a convertirme.

La sacaba a pasear por las calles más bohemias  de la ciudad
 y sentía la envidia de los otros artistas.
 ¡qué suerte! –decían –
 ¡cualquiera haría lo que él hace con una musa así!

Pero la suerte,
 como el carácter de las personas,
 cambia. 
Y mi musa un día quiso ser algo más.

Quiso que la tratara como hubiera tratado a cualquier mujer;
cualquier mujer que hubiera querido
 para formar una familia y hacer todo lo demás.

Todo lo que no se hace con una musa.

Y ahí empezó el declive. 
Mi musa comenzó a ajarse
como el mejor poema de amor
 en manos de un cornudo.
Y en lugar de regalarme melodías
 arañaba las paredes de 
cal de nuestro infierno bohemio 
con sus uñas desgastadas de tanto desgarrarse la piel
en busca de mi comprensión.

Un día le dije que me marchaba. 
Que no lo aguantaba más.
 Pero para ella no era tan fácil.
 Ella creía que podía darme
 lo que en realidad y según ella
 yo ignoraba necesitar. 

Yo le trataba de explicar
 que ella no sabía nada de mi realidad
 y que mi realidad no era sino
todo lo que ella me había dado durante tantos meses.

Así una mañana desperté esposado de una mano a esta, su cama.

Comida no me falta.
Me lava y me cambia de pijama una vez al día.
Vale que me orino y defeco encima 
pero a ella no le importa 
lavarme las veces que haga falta.
Ya no me deja usarla de musa,
 me trae recortes de revistas 
para que me inspire en otros rostros de mujeres
y me lee poemas de otros hombres y de otras damas.

Le explico con cariño que esto no está bien,
 que jamás será lo que no puede ser para mí
 y  que ha de ceder en su intento
de convertirme en otra persona

Así ninguno de los dos está presente en nuestra vida. 
Somos otros, le digo.

Entonces me besa cálidamente,
 me apoya su mano de ángel en la barriga y me dice:

“Cariño, solo será así hasta que encuentre a otro hombre
que sepa darme lo que busco en el amor”


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