viernes, 30 de noviembre de 2012

el hombre artista




Recuerdo que cuando era adolescente
 vi unos fragmentos de la película EL HOMBRE ELEFANTE.
 Escucho perfectamente en mi memoria sus gritos, 
tras mis ojos cerrados por el miedo a ver su deformidad, 
advirtiendo suplicante, que él no era un animal, que era un humano.
Hoy, tantos años después y con el tacón de mi musa
 apunto de degollar mi cuello arrugado no paro de gritar:
 “yo no soy un humano, soy un artista, un artista... 
ten piedad de los que no podemos ser otra cosa” 
Pero ella ha concebido otros planes con su corazón
 sediento de una atención más humana, menos mística, para mí.
Me ha jurado que me enseñará a verla como una mujer real.
 Que la aceptaré con sus defectos y manías y
 que me regalará sus mejores virtudes y dones.
 Que cambiaré mi pluma y mis hojas en blanco
 por colas interminables en supermercados impronunciables
 y por palomitas y refrescos bajos en calorías
 a la sombra de películas romanticonas en cines masificados.
Ella me lo enseñará y yo habré de aprenderlo
 si quiero volver a sentir mi muñeca izquierda libre
 de esta cadena con la que me ha esposado a su radiador.

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