martes, 2 de marzo de 2021

a deshora...

 

mi búho Samuel... más viejo que yo y sin carcoma



Quise comprar un billete a la infancia

y recibí un mail del jefe de los autobuses disculpándose

por haberme hecho creer que todas las carreteras

eran de ida y vuelta. 

 

Puse una reclamación al muñeco de nieve

que alguien moldeó junto a la estación

y en apenas unos segundos llegó el verano.


Yo seguía creyendo en mis derechos.

A fin de cuentas me inculcó unos valores

la misma gente que inventó la rueda.


«¿Y qué es una rueda sin motor?» —

me preguntó el vendedor de la juguetería.


Me sentí burlado por la tierra que pisaba

y eché a la espalda mi opinión sobre todo. 

Buscaría un lugar donde quedarme

y mientras lo hice

canté las melodías que mis padres

entonaron para dormir al otro bebé. 


Gracias a Dios que un búho sabio

se posó a mi lado en la rama.

«Me llamo Samuel —me dijo —,

y tengo el mismo nombre que llevas pensando

para un búho desde que eras niño».


Era de idiotas no entenderlo.


Regresé a la estación, compré un billete y esperé al próximo autobús.


«¿A dónde?» —me preguntó el revisor.

«A donde siempre —respondí engreído —, ¿es que existe otra opción?»


—«No, claro… —respondió el tipo humilde —, 

aunque espero que no le importe llegar a deshora… —añadió —,

 este autobús nunca hace la misma ruta».





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