sábado, 6 de abril de 2019

mi único aliento




Te podría contar mil cosas
pero se me escaparon los versos
cuando dejé de recitar para ir al baño.

Eso sí:
ninguna como tú
y nadie más allá de mí.

Resumiendo:
¿¡Qué sabremos de nada
por más que sepamos!?

Ni mi abuela ni la tuya 
esperaron frigoríficos con wifi,
ni tú ni yo conoceremos
de los secretos de sus postres y orgasmos.

No es cosa de ingredientes ni métodos,
más bien se trata de latidos.
Y ningún corazón bombea
entre las costillas de la tecnología
salvo el del infartado que llama al 112
desde su móvil. 

Eso sí, los hay que dicen 
que las tumbas de la guerra enterraron
a poetas y pensadores más grandes
que el obrero feo y sin descendencia ni talento.
Que incluso la tierra de las cunetas
guarda los esqueletos de los hijos del idiota y su sometida.
Con sus nimiedades de poco interés para los negocios de hoy
y sus hierbas no comestibles.

(Eran otros tiempos)

¿Te imaginas lo que pensaría Miguel Hernandez de todo esto?

Al final la poesía se ha convertido en noticia,
la noticia en periódico
y los diarios en redes sociales.

Solo nosotros:

tú, yo, y los que nos joden y besan...
se conmoverán ante el cumpleaños 
de la muerte de mi padre.

Puedo fingir que me importa algo más.

Pero sería estéril.

Mi único aliento eres tú,

lo que a veces se parece a ti...

y un posible y poco probable

 de ambos.











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