me dijo, cuando se miró al espejo por la mañana.
Le pregunté si todavía le pasaba.
Si todavía su reflejo era una foto antigua.
Y me respondió que no se había atrevido
a volverse a mirar.
Le dije que yo la veía igual.
Incluso más guapa.
«Claro», me respondió,
«porque el blanco y negro
favorece a cualquiera.»
«No… pero yo te veo…»
y entonces se me notó que estaba mintiendo.
«¿En color? ¿Me ves en color?»
Insistió sobrecogida al descubrirme.
«Bueno… quizá algo desaturada»
respondí mostrando mis conocimientos
sobre fotografía.
«Pero seguro que es pasajero…»
«¿Tú me querrás igual?»
«Depende… ¿es contagioso?» bromeé.
«¿Ves? ¿Ves como tú también me estás
viendo en blanco y negro?»
«Tranquilízate… vamos a hacerte una foto
con el móvil a ver de qué color sales…»
La idea le gustó.
Hasta alabó mi creatividad a la hora
de buscar soluciones.
E hicimos la foto.
«Bueno…» le dije al ver su cara de horror
«Yo te veo más bien sepia… quedan unos matices
cromáticos que no son blanco y negro puro»
«¡Peor! ¡El color sepia hace que parezca más antigua!»
Y blasfemando contra su mala suerte se fue a la cocina
a tomarse las pastillas.
La oía rechistar a regañadientes.
Yo… sentándome despacio pensé:
«Esta mujer… cuando se dará por enterada
de que ya son ochenta y cinco años…»
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