domingo, 17 de septiembre de 2023

la serpiente no pudo estar más de acuerdo.


Nunca llegó a tiempo.

Tras su búsqueda del antídoto,

la princesa moría al segundo mordisco.


No encontraron a la serpiente.


Se habló de política

y de razones varias que cerraron

prósperas minas de oro.


Los pocos que se interesaron por la riqueza

enterraron el alfabeto y sus combinaciones

en los túneles del metro.

Luego estaba lo de encontrar a la serpiente.


Todo se torció a la hora de la siesta.


Los médicos aprovecharon 

para perseguir monedas

y dejaron que las farmacéuticas 

repartieran cromos en el recreo. 


De vez en cuando una postal

equivalía a cien cartas en el móvil.


A esas alturas la serpiente era insignificante.


Que ganar no era la respuesta

—adujo una niña entregando sus cromos.

Que prefería jugar a los médicos —

alegó el chico en el callejón.


Los jueces dictaminaron

que a partir del primer mordisco

todo bocado sabía igual. 


La serpiente no pudo estar más de acuerdo. 


 

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