Me lavo los dientes y pienso:
«has envejecido desde la última comida».
Como un Dorian Gray barato
guardo en mi memoria
un mejor retrato de lo que veo
en el espejo salpicado de dentífrico.
No hay restos de lo que esperaba ser
ni esperanzas de que lo que he sido
vuelva a repetirse.
Cepille como cepille mis muelas
las encías sangran según les place,
mi reflejo va a su rollo,
mis recuerdos zozobran
y la risa se me hace fácil
ante cualquier imbécil con ambiciones.
Queda lo que queda.
Lo que se encuentra y te soporta.
Lo que nos impide rendirnos.
Lo que sabe más que nosotros
y esconde sus lecciones
en la cueva de Alí Babá.
Eso si tienes suerte.
De no tenerla…
… el dentista te cobrará una pasta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario