Ni llegando más allá de tu mirada
descifraría tu paladar.
Entre las rocas de tus ojos
y el mar de tu boca
busco un faro que me alumbre
para alcanzar tu muelle.
Los mejores cantantes de rock
me aconsejan no intentarlo,
pero nunca me he fiado
de nadie que escriba versos de amor.
Tampoco tengo una barca
que merezca encallar en tierra
ni marineros a los que pagar
a cambio de remar a mis órdenes.
Viajo solo como cada paso que tú das,
y a cada uno de los míos
dejo una miga de pan
que no me devolverá
ni siquiera a tu principio.
Yo soy remo y tú eres ola.
Si lo prefieres yo soy ola y tú remo.
En cualquier caso
ninguno de los dos tenemos sentido sin el océano.
¿Se puede anhelar mejor jaula
para declararme culpable?
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