Nadie que resucite debería estar mejor que tú.
Vivo se acata… muerto quizá haya esperanza.
De vez en cuando rezo mientras mi cuerpo blasfema.
Todo es lo que parece aunque la realidad disimula.
Nada vale más que los hijos de los hijos
por más que se fabriquen guerras que digan lo contrario.
Uno es cómplice hasta que lo juzgan
que se convierte en verdugo.
Cualquier cuello antes que el propio
si se trata de vestir la peor de las corbatas.
A menudo reflexiono sobre nosotros.
¿Tu piel y la mía
convertidas en alfombras
para las cuevas de los cazadores?
Ni en abrigos, ni en mantas.
Alfombras.
Un cojo me advirtió de que
el mejor mundo está lejos.
Que aquí todo depende de las urnas
y de la resaca que tengas al votar.
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