El perro de mi pareja se moría.
Había escogido el día de San Valentín.
«Por amor» —me dijo mi chica.
«Por joder» —pensaba yo.
Suelo creer que las cosas pasan por algo
y que algo pasa cuando
uno desea que todo siga igual.
Luego están los malos olores,
la fruta que se pudre
y los distintos tipos de diversión
que hacen que la vida de cada cual
cueste lo que cuesta.
La memoria, los semáforos en ámbar
y demás cosas inexplicables
suponen que vea la televisión
cuando se me acaba la cerveza.
Si me preguntas sobre los besos con lengua
tengo una respuesta clara:
Si te saben a San Valentín
es que nunca has visto sufrir a tu pareja
por su jodido perro.
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