miércoles, 30 de diciembre de 2020

vivir y rumiar









O todos estamos engañados

o eso de la suerte tiene su aquel.

Algunos tropiezan con la misma piedra

y a otros los apedrean.

¿Cuestión de piedras o de pasos?

Vete tú a saber…

José era carpintero y a su hijo 

lo ejecutaron en una cruz de madera.


Irónico.


Tenga sentido o no lo tenga

vivir se parece mucho al rumiar de las vacas.

Hablo como humano.

El único toro al que he mirado a los ojos

leía periódicos de “derechas”

y gustaba de buenos y poco hechos “filetones”.

Lo filetearon como homenaje a su raza.


Paradójico.


Ni el mar ni la sopa de hígado de bacalao 

amargan si los sobrevives.

Las vacunas que antes curaban

ahora confunden y enfrentan.

¿De qué va todo esto?

Es cuestión de tiempo… —dicen algunos.

Y yo solo veo péndulos

que ahora van y mañana vienen.

Todo lo que debemos saber

cabe en una caja bajo tierra y

aún así nos convencen para aprender

a amueblar 70 metros cuadrados

y pagar un seguro 

que cubra los gastos de la caja y de la tierra.


Sarcástico.


Habrá quien te dirá que las palabras 

no son mejores que los actos.

Habrá quien fabricará una escalera

con los huesos de tus costillas

 (no para subir sino para bajarte al sótano).

De a quién valores más

dependerán tus respuestas. 

De a quién te arrimes en verano o en invierno

dependerán tus vacaciones.

Por algo existe la primavera y el otoño.

Necesitamos un periodo donde estudiar

para aprobar el siguiente examen parcial.  


La vida se relame con nuestra falta de entendederas.

No practica la evaluación continua. 


Cínico.





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