lunes, 29 de julio de 2019

nadie al teléfono.


Dibujo: Paloma Sorribes


Nadie al teléfono.
Deseando ser psicópata.
Anhelando que los rezos de la niñez
no tengan fecha de consumo preferente.
Dando por hecho 
que lo que no te atreves a pensar
no puede sucederte.
Que la tierra gira alrededor de tu voluntad
y que tu voluntad depende 
de la velocidad en la que tus miedos
se escudan en tu razón.

Respiras.

Buscas cal y arena para construir una torre.
Desde más alto verás mejor.
El futuro no es más que el horizonte del tiempo.
Pero no sirve.
Creciste entre las verjas de un patio de recreo
y no se levantaron para evitar que escaparas.
Se alzaron como tu torre
para que el exterior no te contaminara
con su violencia.

Respiras.

Por si fuera poco,
hace muchos años que dejaste de ser niño.
Que esas murallas se derrumbaron
para dejar paso a los que violarán a tus mujeres.
Nada sirve si esperas otra cosa.
Ni Kafka hubiera adivinado
el destino de la Armada Invencible.
De todas tus apuestas, por una vez,
eliges no acertar con el caballo.
«Ojalá todos supieran lo mismo que yo»
 —acostumbras a decir siempre —
aunque en ese momento te mueres por ser el imbécil.

Mientras tanto nadie al teléfono.

El pasado es mudo.
Más de 17000 lenguas se hallarán fosilizadas
en las tumbas que cavaste debajo de tu cama.
Tus propios sueños las mutilaron por insolentes.

¿Al final?

Dios.

No queda otra cosa.

Y Dios no falla.
Si es el verdadero...

...TE CASTIGARÁ.






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