martes, 27 de noviembre de 2018

No es fácil disparar a un tonto




No es fácil disparar a un tonto.

Por muy sangrienta que haya sido la guerra.
Por muchos que sean los hermanos  
que haya derribado con su escopeta.
Por muchas madres de tus hijos
que haya violado.
Si le apuntas te mirará a los ojos
y comprenderás que no sabe 
como ha llegado hasta el cañón de tu arma.

Y eso te dejará indefenso.

Porque tú sí sabes de qué va todo esto.
Porque tú sí has comprendido 
que la batalla no está entre los que pelean.
Que ni siquiera hay pelea.
Pero que tiene que parecerlo
para justificar el precio de tu fusil.

Y el tonto te mostrará su sonrisa.
La misma sonrisa que pondría 
cualquiera que llegue a averiguar
el origen del universo.
Una sonrisa franca e ignorante.
Una mueca para los intelectuales
y una pista para los sabios.

Una sonrisa de la que dependerá tu vida.

Porque el tonto no dudará como tú.
Para él no habrá nada más que 
lo que aprendió cuando su padre
lo linchó a patadas por no entender:

Que todos eran enemigos.
Y que el enemigo es el malo.


Suerte, amigo,
a pocos metros de ti
otro tonto está comenzando 
una guerra.










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