lunes, 29 de julio de 2024

amores de barrio.


 

Resplandecía como las calles

de Valencia en las tardes de Julio.


Toda luz y deshabitada.


Pendiente de otras cosas,

perenne a vete tú a saber qué

y de vez en cuando,

atenta a esas oportunidades

que uno necesita para saberse en cuenta.


Yo la llamaba a voces,

los que no estaban lo hacían por su nombre

y ella iba o venía según sus reglas.


Le supliqué mis últimas palabras

en uno de esos barrios que arden 

entre las nuevas oportunidades

y los toldos roídos de tanto sol.


La gitana que puso romero en mi tumba

me lo dejó claro antes de cobrarme:


«si pretendes amar a una mujer como esa

debes aprender a susurrar»


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