domingo, 27 de septiembre de 2015

ojos vidriosos.


Se presentó en mi casa de madrugada.
Estaba llorando.
Se la veía desencajada.
Me dijo que acababa de acostarse con otro.
Que lo sentía.
Que en realidad a quien amaba era a mí.
Le pedí que se tranquilizara.
Que se fuera a casa y que mañana hablaríamos.
No le gustó la idea.
Quería quedarse.
Expiar su culpabilidad abrazándome
mientras dormíamos.
Le expliqué que la noticia era dura.
Que su calor, después de lo ocurrido, me provocaría frío.
Aún así se coló hasta mi dormitorio.

Me preguntó entonces que quién era la mujer
que estaba en mi cama,
que por qué había
un condón en el suelo y que
si en vez de leche tomaba cava para
conciliar el sueño.

«Es que sabía que te lo ibas a hacer con otro
y quise evitar que te sintieras culpable»
le contesté mirando sus ojos vidriosos.

No volví a saber de ella.



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