Fotografía: Natalio Casino |
Arrastraba un caos de vidas pasadas.
Yo quise ordenarlo con mi compás y mis reglas.
Y por eso me dediqué a dibujar
la cuadrícula sobre la que debería dar sus pasos.
Tras ordenarla.
Sus ojos pasaron a ser la mirada del desierto.
Su boca la clausura de cien monjas.
Su cuerpo el plástico de un maniquí.
Y yo…
un perfecto imbécil.
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