Estabas en todas partes
y yo tan solo.
Invoqué al GPS para encontrarte
y me respondió que recalculaba ruta.
No podías andar lejos
porque toda la ciudad olía a ti.
Subí al último autobús para buscarte.
Nos dejo junto a la estación de tren.
El resto del trayecto estaba en obras.
El ferrocarril es el único modo
de continuar —me aclaro el revisor.
Luego añadió:
O sigues a pie sin llegar
o sobre raíles y ves que pasa.
Me apresuré a las taquillas
para conseguir mi billete
pero la máquina solo expendía
dulces y botellas de agua del grifo.
No te miento.
Anduve por las vías a oscuras
confiando en un milagro
y el milagro se produjo.
Vale que no te encontré,
pero la ciencia todavía no se explica
cómo se pudo pinchar
la rueda de aquel tren.
javiercasino.com